La mortalidad de peces, anfibios y aves registrada en el lago Titicaca no fue causada por una contaminación con productos tóxicos, sino por falta de oxígeno disuelto en el agua y por la liberación de sulfuro de hidrógeno que afecta el sistema nervioso de esa fauna, según concordaron científicos de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD).
“La eutrofización –o sea el exceso de nutrientes (nitrógeno y fósforo)– provocó la formación del bloom (proliferación) de fitoplancton que se propagó como una inmensa mancha verde en toda la parte norte del Lago Menor, desde Tiquina, Chúa, Huatajata, Huarina, hasta la isla Suriki. La alga verde que proliferó pertenece exclusivamente al género Carteria, próximo del genero Chlamydomonas. Esta alga es unicelular, de forma esférica, móvil con cuatro flagelos, con un diámetro de en torno de 10μm”, dice el informe firmado por los investigadores Darío Achá, de la Unidad de Calidad Ambiental de la UMSA, y Xavier Lazzaro, del IRD.
Y debido a que no fue una mortandad causada por productos tóxicos, se advierte a la población que “no hay que temer una contaminación de los peces, anfibios y aves muertos hacia los humanos”.
La explicación continúa: “Las lluvias son el fenómeno natural que provocó el estímulo del crecimiento del fitoplancton y el aporte en exceso de nutrientes y materia orgánica hacia el Lago. Sin embargo, la alta densidad humana a lo largo del litoral norte del Lago Menor, combinada a la ausencia de saneamiento básico de las aguas residuales generadas por esta población, son los verdaderos responsables de las mortalidades observadas”.
En un informe con datos obtenidos en una incursión realizada en marzo de 2014, se identificó a los puntos ubicados en la bahía de Cohana y frente a los hoteles de la turística Copacabana, así como en otros de desembocadura el río Katari, con presencia de coliformes y “lugares donde la contaminación se encuentra en un nivel de alarma”.
“El Lago Menor es demasiado somero (menos de 9 metros en promedio) para poder procesar la carga de nutrientes y materia orgánica proveniente de las aguas residuales de más de 1,2 millón de habitantes de la ciudad de El Alto –dicen, a los que se suman los de los numerosos poblados ribereños. De hecho, hace tiempo que la estación de tratamiento de aguas de Puchucollo no es eficiente en el tratamiento de los efluentes. Por otro lado, los poblados ribereños no cuentan con ningún tratamiento de sus aguas residuales hacia el Lago. Además, el deterioro y la reducción de los bancos de totora en el litoral del Lago Menor han reducido considerablemente la capacidad de filtración natural de estas plantas”.
Los investigadores concluyen su análisis recomendando, entre otras acciones, la construcción de infraestructuras de aguas residuales en todos los poblados ribereños del lago, más la ampliación de las existentes en el río Pallina para El Alto, y el desarrollo de cordones de totoras para proteger las áreas litorales del Titicaca.// PIEB (BO)
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