Historias de niños virtuosos

Una niña de seis años resuelve problemas de matemáticas con sólo seis errores en 200 cálculos. Un niño de 10 crea páginas webs; otro de ocho resuelve ejercicios de álgebra y un radialista redacta y lee noticias. Forman parte de la nueva generación de virtuosos.

Bolivia Infomra

Andrea Quispe, Julián Paniagua Finot, Adrián Quispe y Gonzalo Mamani son niños con cualidades especiales que demuestran que con estudio y mucha dedicación se puede ser un niño virtuoso. “Tienen que practicar y escuchar siempre lo que les dicen”, aconseja Andrea, la niña que se destaca en matemáticas.

Julian Paniagua, un pequeño MacGyver del siglo XXI, cree que la práctica hace al maestro y así lo demuestra con las computadoras que son sus amigas. “Es muy fácil hacer una página, yo lo hago en dos horas nomás”, afirma, quien además escribe cuentos, toca piano y dibuja.

Para Adrián Quispe, la clave está en el empeño que uno le debe poner para aprender, y él además lo hace jugando. Por ello quizás pregunta en casa si puede ir a sus clases de matemáticas, también los domingos, cuando muchos de su edad juegan.

En tanto, para el conductor del programa radial dedicado a los niños Gonzalo Mamani, que acaba de cumplir 13 años, el secreto de todo está en la lectura. “Tienes que leer mucho y así sabrás más. Yo lo hago porque, además, tengo que informar con palabras sencillas a mis amiguitos que me escuchan”.
Hasta 2011. La madre de familia Eufemia Agramont desconocía de la existencia de un viceministerio en el Ministerio de Educación que puede ayudar ahora a sus dos niños Adrián y Andrea. Algo similar pasa con Vanessa Finot, la madre de Julián, con un coeficiente intelectual de 192 y Sebastián (cuatro años) que tiene 187.

“Desde prekínder que mis hijos van al centro Larusimay y por eso aprendieron mucho, porque en las escuelas formales no hay este tipo de educación. Ellos ahora están muy adelantados que sus compañeros”, reconoce Eufemia.

Finot inscribió a su hijo Julián, de 10 años, al Colegio Internacional del Sur (Colesur), hasta antes de ello confiesa que pocos maestros entendían las capacidades de su hijo. “Por eso asistí a un encuentro en Santa Cruz el año pasado para exponer sobre los niños con talento superior y niños superdotados. Yo fui como madre de familia y esa vez se discutía la Ley Educativa Avelino Siñani”, contó Vanessa Finot.

En el Ministerio de Educación informaron que pronto nacerá un centro para estos pequeños. “Desde este año (probablemente junio) les daremos mayor atención como Estado”, sostiene el viceministro de Educación Alternativa y Especial, Noel Aguirre. Hasta el 2011, únicamente entidades privadas prestaban atención a estos niños. “Hace mucha falta, eso va a ser de gran ayuda y no creía que iba a ser ya pronto”, agradece Finot.

Por estos días se arma toda la estructura administrativa con especialistas de diferentes disciplinas para dar atención a estos niños en los departamentos del país.

Para la psicóloga Narda Álvarez, que trabajó en el Hogar Virgen de Fátima, se debe buscar además ambientes donde estos niños puedan sentirse estimulados. “Debe ser un sitio donde ellos se sientan productivos, debe ser un lugar donde exista además una retroalimentación y un personal muy preparado”, recomienda. Mientras tanto, los niños desarrollan sus grandes capacidades.
Otros detalles del tema

Unidad
El número telefónico del Viceministerio de Educación Alternativa que iniciará un diagnóstico de los niños con talento desde junio, es el 2443874.
Los niños
Los pequeños a los que visitó La Razón son, en algunos casos, poco comunicativos, pero muy inteligentes. Unos mostraron sus habilidades sin ninguna dificultad y otros con algo de recelo. En sus escuelas son considerados niños adelantados al resto de sus compañeros.
Julián Paniagua es un as con las computadoras a sus diez años

Julián Jossué Paniagua Finot (10 años) nunca vio la serie televisiva MacGyver, el recordado personaje que brillaba por habilidad e inteligencia, pero este niño paceño suma además creatividad a sus habilidades naturales con la computadora.

Es tímido, habla poco, pero al frente de un ordenador muestra todas sus virtudes para crear páginas web. Desde enero hasta la fecha creó unas diez. “Cuando mis papás compren un servidor ya lo van a poder ver (en la red)”, sostiene el además escritor, dibujante y pianista.

“Mi hijo tiene un Coeficiente Intelectual (CI) de 192 y Sebastián (cuatro años) tiene 187; son superdotados”, afirma con orgullo su madre Vanessa Finot. El normal es entre 90 y 100.
“REFÁCIL” Para Julián, el secreto para crear una página web es sencillo o “refácil”, como dice él. La clave está en saber manejar las herramientas. A continuación escribe: http://www.tuprosociety.com/ desde donde empieza a crear una página.

A sus dos años ya sabía manejar la computadora, a los tres años un programa y a los cuatro sabía leer y escribir. “A diferencia de otros niños, Julián, además de divertirse con sus juguetes, los analizaba y se quedaba viéndolos”, dice su madre.

Julián es autodidacta y después de haber aprendido a desarmar y armar una computadora, le pidió a su padre Hans el diseñar su propia página. Sin saber, desbloqueó los sistemas del juego Lego Indiana Jones, la versión en línea de la película Indiana.  Los padres del niño son psicólogos, pero a Hans le encantan las computadoras.

Alumno del cuarto de primaria del Colegio Internacional del Sur (Colesur), a Julián no le gusta el fútbol y por estos días aprende jiu-jitsu, un arte marcial muy desarrollado en Brasil. Su última travesura fue darle sonido a las imágenes que su cámara captó ayudado por su MP4, digno quizás de un pequeño MacGyver.

Adrián Quispe es un genio en matemáticas con tan sólo ocho años

A sus ocho años, uno de los mejores amigos de Adrián Quispe Agramont es el libro Baldor, de álgebra. Mientras resuelve un ejercicio de simplificación de fracciones, cuyos términos no puedan factorizarse fácilmente, el niño sostiene que con práctica y disciplina no hay problema que no tenga solución.

Hincha del club Bolívar y fanático del juego de coches de carreras Hot Wheels, Adrián puede resolver problemas que niños de su edad no pueden. “Trabaja en fracciones, decimales y polinomios de grado cinco que un adolescente de 15 años recién lleva”, explica Julián Eguino, desde el centro Larusimay que brinda apoyo sicológico y pedagógico con su programa Genios Matemáticos. Adrián cursa el tercero de primaria, pero sabe álgebra de primero de secundaria. 
PRÁCTICA. Ganador de una Olimpiada Matemática en el 2010, Adrián considera que con la práctica uno se hace maestro. “No era tan difícil y ahora estoy esperando que haya un nuevo concurso para presentarme”, dice con algo de timidez. Su maestro recuerda que en ese centro no forman niños-calculadora, sino personas analíticas. Para su madre Eufemia Agramont, el secreto está en el empeño que Adrián le pone a todo lo que hace y en el apoyo que le dan junto a su esposo Oscar Quispe. “Desde pequeñito Adrián era siempre muy curioso y tenía interés por aprender todo. A los tres años ya aprendía inglés y luego oratoria. Está en este centro desde sus cuatro años y medio”, recuerda.

Hace tres fines de semana, Adrián fue con sus padres y su hermana Andrea a ver  la película El oso Yogui, pero hubo un domingo en el que quiso venir a pasar clases de matemática. “Yo creía que él se cansaría, pero le gusta aprender así: jugando”, resume Eufemia.

Su madre aún le teme al libro de matemática de su hijo. “Todos hemos caído en las garras de Baldor”, Adrián no piensa lo mismo. “Esto se puede aprender jugando”, sintetiza.

Gonzalo Mamani es un pequeño que lleva su voz para dar vida a La Colmena

Gonzalo Mamani Condori usa el micrófono para informar a los niños. Acaba de cumplir 13 años y para su edad es un gran conocedor de la radio al frente del programa La Colmena.

La voz de Gonzalo se oye en las provincias de La Paz, Chuquisaca y Cochabamba con contenidos dirigidos a los niños. “En nuestro sector que se llama Chiquitín doy las noticias con palabras sencillas para que nos entiendan nuestros oyentes”, revela el pequeño radialista mientras lee un libreto que él mismo escribió.
MÚSICA. La historia de Gonzalo y la radio se remonta al 2009. A fines de ese año tocaba la tarka con sus amigos y su maestro de música en el edificio Dos Torres, de La Paz. Ahí le contactaron con Eco-Jóvenes y en enero del 2010 llegó hasta el centro.

“Gonzalo ahora puede hacer notas, redacta libretos, realiza despachos y también efectúa entrevistas siempre con contenidos dirigidos a los más pequeños. Aportamos al desarrollo integral para que sepan sus derechos y exijan sus derechos, pero también para que sepan cuáles son sus deberes”, resume el director ejecutivo de Eco-Jóvenes, Carlos Mamani Jiménez. Una vez a la semana, Gonzalo y su hermano Ronald (11) dan vida a los sectores: Chiquitín en La Colmena, A Zumbar Abejas, Abejas Exploradoras, Bolivia de Flor en Flor y Corazón Planeta.

Sin embargo, el niño de octavo curso del colegio Mercedes Belzu, de la zona Ballivián en El Alto, quiere ser o militar o tener una profesión independiente. Recibe el apoyo de sus padres Mario Mamani (profesor de lenguaje) y Elizabeth

Condori, famosa por su refresco de linaza.
Gonzalo cree que la lectura es la base para todo y mientras se prepara para dirigir en meses más el programa Radar Juvenil se despide de sus oyentes. “¡Ya pasaron los 59  minutos! Ya el productor nos está diciendo que acabó el programa, pero nos veremos la próxima semana. ¡Chau!, ¡chau!, ¡chau!...”.

Andrea Quispe es una niña que disfruta con los ejercicios de matemáticas

Andrea Quispe Agramont tiene un récord en matemáticas. A sus seis años, la niña sólo tuvo seis errores en 200 cálculos, lo que significa 97 por ciento de precisión.

La niña de primero de Primaria puede resolver ejercicios que niños de 10 años aprenden a solucionarlo. ¿Qué cuánto es -33+8? Es sencillo eso da: -25”, responde la pequeña detrás de una chompa verde y un buzo violeta.

A diferencia de su hermano Adrián, de ocho años, Andrea comenzó en las matemáticas un poquito más tarde, pero aún así es muy hábil para cualquiera de las operaciones básicas, cualidad a la que suma además el saber leer y escribir con facilidad.

“Es muy independiente. Hace solita sus tareas y prepara sus cuadernos y su mochila por su cuenta”, sostiene su madre Eufemia Agramont, una abogada de profesión y añade: “Andrea es una adelantada con relación a otras niñas  de su misma edad”.
SECRETO. Ya sea una pequeña pizarra o con la computadora, Andrea es como un pez en el agua cuando de ejercicios de matemáticas se trata. “Tienen que practicar y escuchar lo que dicen”, sostiene en voz baja, la niña a la que le gusta además pintar princesas.

Para este Día del Niño, su madre le prometió que saldrán a pasear y a comer algo rico. “Ojalá sean salteñas”, desea la niña que el 12 de marzo cumplió seis años.

Andrea toma un marcador y resuelve un ejercicio con largas cifras y luego regala una sonrisa. Su maestro, Julio Eguino, del centro de apoyo psicológico y pedagógico Larusimay destaca las cualidades de su alumna. “Los niños aprenden a multiplicar sin saber qué están haciendo y cuando han terminado se le pone un nombre y se les dice esto es multiplicar”.

La niña acompaña a su hermano a las clases de los Genios Matemáticos, pero para ella esto es un juego y le encanta. Mientras Adrián resuelve problema de álgebra, ella disfruta con sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. “No es una calculadora, pero es muy eficiente”, dice Eguino.

La Razón

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