Cada río lleva un nombre según su característica

Bolivia Informa: Ríos en La PazLos nombres de los ríos y zonas en aymara reflejan las características del afluente o del lugar. Así, por ejemplo, Achachicala o Achachkala significa la zona por donde el afluente arrastra rocas gigantes y Pampahasi es la pradera frágil, no apta para la construcción.

“Los nombres de los ríos y las zonas no son casuales. Cuando La Paz se llamaba Chuquiyapu Marka nuestros antepasados bautizaron a los ríos y a los lugares con el fin de prevenirnos de algunas desgracias”, dice el antropológo Jorge Laruta Huanca.

Por ejemplo, Irpavi (Irpawi) quiere decir “el río de mayor torrente”. Éste fue uno de los afluentes que afectó a una de las ocho zonas dañadas  por el megadeslizamiento que azotó a la parte Este de la ciudad el 26 y 27 y que dejó seis mil damnificados. 
Además, hay tres sitios que resultaron afectados de forma indirecta por el fenómeno.

“Sin tener geólogos como ahora, nuestros antepasados conocían las características morfológicas de la ciudad y sabían dónde podían y no podían construir”, agrega Laruta.
Así, no es casualidad que barrios como Alto Tacagua o Cotahuma sufran cada año deslizamientos. “Qutauma (Cotahuma) es el sector donde antes había un lago y por ello su terreno no es firme, mientras que Alto T’aqawa es el lugar donde ‘el agua gotea’, por lo que el terreno tampoco es firme, pues tiene muchas vertientes”.
Más ejemplos.  El lingüista y experto en aymara y quechua, Donato Bacarreza, también enfatiza que los términos toponímicos no son por azar.
“Con el crecimiento de la ciudad dejamos de prestar atención a los nombres de nuestros ríos y zonas. El Urkujawira (Orkojawira) es el río macho es decir uno de los más grandes y así también tenemos otros como el Warmijawira (río mujer)”, remarca.

La arquitecta Daysi Rodríguez, quien escribió el libro Remantes Naturales y su importancia en La Paz, coincide con Laruta y Bacarreza. “Nuestros abuelos tenían mucha sabiduría de las características naturales de la ciudad y tomaban acciones para adaptarse a ella”.

Otro afluente que afectó en el megadeslizamiento es el Chullunkani, que significa en aymara “el río que trae mucho hielo”.  En la década de los 50, Julián Poma Mendoza, jugaba en las márgenes de este río, que se desbordó en el sector del Valle de las Flores.

“Cuando era niño, este río era apacible, pero siempre en épocas fuertes traía granizo que luego se congelaba. En los 80 llegó más gente a poblar el lugar y el río también ha crecido”, dice Poma, quien perdió su casa.

El caudal del Chullunkani creció, destruyó los defensivos de cemento, y humedeció la plataforma que soportaba el cementerio de la zona y que al final se desplomó.

En los distritos 16 y 17, los sectores más afectados por los deslizamientos son cruzados por ríos peligrosos, si se considera el significado de sus nombres en aymara. Uno de ellos es Hilaque o Hilaqi, que significa “el lugar por donde el río cae fuerte”; luego está Palcoma o Palquma, “el afluente que se abrió por el agua”,  también está Umapalca o “río que parte en dos la tierra” y, entre otros, el Janku Kawa que significa “el río que produce agujeros en la tierra”.

Callapa, uno de los sectores más afectados, deriva del aymara Khallapu que significa ‘defensivo hecho con madera para protegerse de los derrumbes’.  El arquitecto Rodríguez recuerda que en 1930 esa zona sufrió una deslizamiento por lo que las casas se asentaron sobre un sector con remoción de tierra.

“Ese lugar era de vocación agrícola y lechera, pero luego se urbanizó y, claro, sus suelos fueron los más afectados”.
Laruta resume toda la situación: “En el afán de poblar y urbanizar toda La Paz les perdimos respeto y cuidado a nuestros ríos”.

Otros apuntes del tema

Por la ciudad de La Paz pasan al menos 325 ríos y riachuelos, varios son afluentes subterráneos y otros están embovedados y sobre éstos hay construcciones y avenidas.
Los ancestros también dieron a algunos afluentes nombres que resaltan cualidades benéficas, como Jacha Waquiniwa que significa ‘río que trae beneficios’.
Achumani significa en aymara ‘sector donde el sembradío se renueva’.

La Razón

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