Apoyado en su bastón, pero aún con paso firme, Alejandro Gonzalo Andia Rodríguez, fotógrafo, se acomoda en el centro de la Plaza Principal, en el lugar donde trabajó durante 63 años.
Se emociona al acomodar su cámara en el lugar que él considera ha sido, durante más de seis décadas, su segundo hogar.
"He pedido al Cóndor (de la Plaza Principal) que me jubile, pero no quiere. Me dice que el Alcalde tiene que jubilarme", afirma Andia, mientras ensaya una sonrisa.
Pide a una persona que lo ayude como modelo.
Mientras el voluntario se acomoda a cuatro metros de la cámara, Andia confiesa que su amor por la fotografía nació cuando era un niño, a los doce años.
Su cámara (parte de ella) es de procedencia alemana, el resto (la caja) es fruto de la habilidad de sus manos. "Lo hacíamos nosotros", explica.
A modo de comentario asegura que su última cámara tiene la edad de su hijo “o sea que es muy antigua”, matiza.
Este fotógrafo toma muy en serio su trabajo. Por eso se acerca rápidamente a su circunstancial cliente, le acomoda de costado, le levanta el mentón y le pide que sonría. Destapa el objetivo, espera un par de segundos y asegura que la toma está lista.
TRADICIÓN Alejandro Gonzalo Andia asegura que la pasión por la fotografía es parte de su familia. Su padre fue fotógrafo y su hijo, Hernán, también ha decidido continuar con esta vocación.
La afición por la fotografía nació muy temprano en Andia. Antes de cumplir los doce años ayudaba a su padre con algunas tareas, pero cuando ingresó a la adolescencia decidió independizarse.
Consiguió una cámara llamada minutera y empezó a tomar fotografías a los que visitaban la Plaza Principal y a los turistas.
Recuerda que en los primeros años de su carrera todavía no se conocía el flash. En ese tiempo se utilizaba la pólvora de magnesio que se preparaba de acuerdo a la distancia y a la cantidad de luz que existía.
"Un día se me fue la mano. Tal vez fue por travieso. Cargué un poco más de lo debido y al prender fuego, la pólvora hizo una fuerte explosión. El ambiente se llenó de humareda en el teatro Achá", relata.
Eso ocurrió cuando Andia tenía doce años, al inicio de su carrera. Después, con el paso de los años, aprendió a tener más prudencia.
PERSONAJES Uno de los personajes más importantes que posó para el lente de Andia fue el ex presidente Juan José Tórrez. El gigante Manuel Camacho también se hizo retratar por este fotógrafo.
Las fotografías se tomaban en blanco y negro, pero cuando alguna persona pedía una o varias a colores, los fotógrafos debían echar mano a su habilidad de artistas, pintando con acuarela todos los detalles.
SUS VIAJES Pero, Andia no solamente tomaba fotografías en la Plaza Principal o en Cercado, su trabajo lo llevaba con frecuencia a las provincias, donde se vivía alguna fiesta.
Aiquile, Mizque, Pasorapa, Quillacollo, Vallegrande y otros lugares de Cochabamba eran visitados por los fotógrafos minuteros. Algunas veces se pasaban de viaje hasta varias semanas.
Estos fotógrafos llevaban consigo a sus esposas, quienes se dedicaban al comercio.
Algunas veces encontraban alojamiento, otras tantas debían conformarse con dormir a la intemperie y sin comer.
Apuntes.
37 fotógrafos.
En sus mejores épocas, la Plaza Principal albergó hasta 37 fotógrafos denominados minuteros afiliados en cuatro grupos bien organizados.
De sol a sol.
Los fotógrafos de la Plaza Principal trabajaban algunas veces de sol a sol. Empezaban su jornada, especialmente en las fiestas de fin de año, a las seis de la mañana y se iban a descansar cuando oscurecía. En Semana Santa había también mucho trabajo por el sacramento de la primera comunión.
Estudios.
Andia abrió un estudio de fotografía en la Ayacucho, frente al Correo, después se trasladó a la calle Baptista y finalmente se ubicó en la Plaza Principal donde funciona actualmente la Alcaldía.
Conociendo Bolivia.
Gracias a la fotografía conoció ocho de los nueve departamentos de Bolivia.
Cariño por la Plaza.
“Esta Plaza es casi como mi casa, donde he crecido”, afirma Andia para con esas palabra concluir la entrevista.
Testigo de los hechos históricos
Andia explica que la Plaza Principal ha sufrido varios cambios en las últimas décadas. Por ejemplo, “la laguna que había en el medio de este espacio ha desaparecido para dar lugar a una superficie de cemento”, dice.
Este fotógrafo fue testigo de hechos históricos, algunos trágicos como la balacera de la Revolución del 52. Observó la muerte de varias personas.
Dos jóvenes que se habían subido a uno de los pinos más altos de la Plaza "cayeron como palomitas" por los disparos de los que se enfrentaban en una encarnizada batalla.
"Algunas mujeres pasaban por medio de la Plaza, protegiéndose de las balas solamente con su sombrero", afirma Andia.
Recuerda que en la Plaza estaba instalado un quiosco, desde donde políticos y aspirantes a serlo lanzaban sus mejores arengas. En una oportunidad, los universitarios convencieron al “Águila” (Roberto Loayza Arispe) de ser candidato a la Presidencia.
Andia quedó muy admirado porque El Águila (la primavera de 1954) lanzó uno de los mejores discursos que haya escuchado.
Opinión
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