Una correspondencia entre desigualdad y falta de democracia,
así como una correlación entre pocos ricos y masas de pobres, refleja el último
informe sobre la desigualdad emitido por Oxfam Internacional. El 10% más pobre
tiene niveles tan bajos de ingreso en América Latina que en 2013 apenas alcanzaba un 1.3% del total
regional.
En la otra cara de la medalla, el 10% de los más ricos se queda
con el 37% de los ingresos de la región, dice el informe “Privilegios que niegan
derechos. Desigualdad extrema y secuestro de la democracia en América Latina y
el Caribe” que plantea que “la concentración de la riqueza, la
tierra y el ingreso es extrema” y “escandalosa” en la región.
Para estimar el ingreso anual per cápita de las personas con
más ingresos se tomó en cuenta la riqueza total de la población con el
instrumento Riqueza Neta Ultra Alta (UHNW, por sus siglas en inglés) tomado del
Informe de la Ultra Alta Riqueza Neta 2014 (World Ultra Wealth Report 2014). Las
personas con una UHNW poseen activos netos iguales o mayores a 30 millones de
dólares.
“En Bolivia la riqueza de las 245 personas multimillonarias es equivalente a 21 veces el gasto público en salud del país, mientras que en Nicaragua, la riqueza de los 245 multimillonarios equivale a 76 veces el gasto público en educación”, dice el informe para ejemplificar la relación de diferencia entre unos y otros.
La desigualdad afecta también al ejercicio democrático. Según
una de las conclusiones del estudio, “la extrema concentración de la riqueza va
de la mano de la extrema concentración del poder, que pervierte las
instituciones y los procesos políticos poniéndolos al servicio de las élites y
no de la ciudadanía, dando lugar a desequilibrios en el ejercicio de los
derechos y en la representación política dentro de los sistemas democráticos”.
Para encontrar la relación estadística en la percepción de la calidad de la
democracia se utilizaron los datos del Latinobarómetro para los años 2010, 2011
y 2013.
Las mujeres resultan ser las más pobres entre los pobres, sin
importar si se mira dentro de los grupos de similares ingresos, entre la
población urbana y la rural, entre la población escolarizada o no escolarizada,
en el ámbito laboral, etcétera. “Su origen está en las relaciones desiguales de
poder entre hombres y mujeres –dice el informe-- y los factores que inciden en
su perpetuación son de carácter estructural y reproducen exclusiones históricas.
Eso explica por qué, por ejemplo, pese a los avances logrados en el acceso y
aprendizajes educativos, las mujeres aún no disfrutan igualdad de condiciones en
el mercado laboral. Existen más mujeres pobres que hombres pobres. Y sí, hay
algunos avances, por ejemplo, el porcentaje de mujeres sin ingresos propios en
la región bajó de 42% en 2002 a 32% en 2011. Pero son logros frágiles e
insuficientes y las brechas son aún intolerables”.
En Bolivia una mujer percibe un 68.8% de los ingresos que tiene
un hombre, a nivel regional ese porcentaje sube al 76.3%.//
PIEB.com.bo
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