Uruguay 1930: el primer Mundial fue todo un éxito

La primera Copa del Mundo, jugada en Uruguay en 1930, fue un rotundo éxito, pese a que los antecedentes  despertaban algunas dudas en relación al brillo que podría tener.

El 26 de mayo de 1928, en Ámsterdam, el congreso de la FIFA aprobó el nacimiento  de un nuevo torneo, que se organizaría en 1930 y estaría abierto a todos los países miembros. El 18 de mayo de 1929, el congreso de Barcelona decidió que Uruguay sea la primera nación anfitriona de una Copa Mundial, al ser en ese momento el campeón olímpico.

De las 13 selecciones que participaron, nueve fueron del continente americano y sólo cuatro de Europa: Yugoslavia, Rumania, Bélgica y Francia.

Los representantes del Viejo Continente intentaron boicotear la cita y  desistieron de participar con el argumento del  costo del traslado de sus equipos, el largo viaje y, principalmente, porque sus principales clubes se quedarían al menos dos meses sin sus principales figuras.

Mundiales de fútbolA diferencia de lo que ocurre hoy en los mundiales, las selecciones accedieron al campeonato de 1930 por invitación.

Con las selecciones en tierras uruguayas se procedió al sorteo, que agrupó a los participantes en cuatro series. La  A,   integrada por Argentina, Chile, Francia y México. La B,  compuesta por Brasil, Bolivia y Yugoslavia. La C, formada por Uruguay, Rumania y Perú. La D, compuesta por Estados Unidos, Paraguay y Bélgica.

En principio todos los lances debían disputarse en el estadio Centenario, construido especialmente para este evento y con una capacidad para  90.000 espectadores. Sin embargo, las constantes lluvias obligaron a que se utilice otros dos escenarios, el Gran Parque Central y el Estadio de Pocitos.

Pese a todas las adversidades,  el 13 de julio de 1930 se jugó el primer partido de una Copa del Mundo, donde Francia derrotó a México por 4-1.

Los ganadores de cada grupo accedían a la semifinal. Es así que Uruguay goleó a Yugoslavia 6-1 y sacó el boleto a la final, y Argentina superó 6-1 a Estados Unidos  para adquirir el derecho de jugar el partido por el título.

El choque final tuvo un hecho por demás curioso. Como los delegados de ambas selecciones no se ponían de acuerdo en relación al balón con el que se jugaría el lance, el primer tiempo se utilizó la pelota de los argentinos, etapa que fue ganada por los albicelestes por 2-1.

Curiosamente, en la parte complementaria, que se jugó con el esférico de los charrúas,  los uruguayos dieron vuelta el marcador para vencer por 4-2.

De esta forma Uruguay se coronó como el primer campeón del mundo de la FIFA.

El argentino Guillermo Estabile fue el goleador del certamen con ocho conquistas convertidas. Un dato curioso que se produjo en este torneo es que ningún compromiso finalizó con el marcador empatado.

Contrariamente a lo que los europeos pensaban,  el campeonato fue totalmente exitoso. 100 mil personas colmaron el mítico estadio Centenario para observar el encuentro  final entre los vecinos del Río de la Plata, un 30 de junio de 1930, que tras el triunfo de la Celeste el día posterior a esa conquista fue declarado jornada de fiesta nacional.

 

Uruguay fue profeta en su tierra

Uruguay y Argentina disputaron la primera final de la Copa del Mundo en el histórico estadio Centenario de  Montevideo, construido especialmente para la cita mundial. Ambos habían jugado para el oro olímpico en 1928 (cuando ganó Uruguay)  y estuvieron frente a frente en los campeonatos sudamericanos muchas veces durante la década de 1920.

La tensión previa a la final era tan intensa que algunos jugadores argentinos expresaron temores acerca de lo que sucedería si ganaban el encuentro.

Luis Monti, volante del San Lorenzo de Almagro,  había jugado un excelente torneo  y  con su duro pero eficiente estilo  era uno de los mejores jugadores del mundo en el momento.  Hasta el final  recibió numerosas amenazas de muerte contra él y su familia, y con el tiempo jugó una final muy anónima, que algunos han atribuido como una de las principales razones de la derrota de Argentina

El ambiente era tan tirante  que el árbitro belga, Jan Langenus, se había sentido tan amenazado hasta el final, que la FIFA le contrató un seguro de vida  y después del partido se fue directamente desde el estadio hasta el barco que lo haría llegar a Europa.

Mundiales de fútbol La formación argentina fue  debilitada antes del lance, ya que su delantero  Pancho  Varallo estaba lesionado, pero la orden de los directivos de la Asociación del Fútbol Argentino  se vio obligado a jugar a pesar de todo.  Después de tan sólo diez minutos tuvo que ser sustituido por un fuerte dolor en una de sus rodillas y los argentinos disputaron  el resto del partido con sólo diez jugadores, no existía las sustituciones en esos tiempos.

Uruguay se puso en ventaja con tanto de Pablo Dorado a los 12 minutos.  Pero antes de la conclusión del primer tiempo, Carlos Peucelle empató para Argentina  y luego Guillermo Stabile   puso por delante a la Albiceleste con  un hermoso gol desde un ángulo muy cerrado. Fue el octavo tanto de Stabile en el torneo, tanto que lo consagró como máximo goleador de la primera Copa Mundial.

En la segunda mitad los uruguayos jugaron  muy duro, así, el portero argentino Botasso sufrió un brutal patada que hizo que apenas pueda estar de pie durante toda la segunda mitad.  Pedro Cea empató a 2-2, después de lo cual Santos Iriarte trajo la celebración de Montevideo  cuando hizo el 3-2 en el minuto 68 con un tiro de larga distancia.

Argentina trató de ejercer presión sobre los orientales, pero el equipo local estuvo bien en defensa, liderada por José Nasazzi y José Andrade.  Y como sucede a menudo en el fútbol, los uruguayos eficientes hicieron el 4-2 en un contragolpe de último minuto en un cabezazo de Héctor Castro.

"Éramos un grupo de jugadores jóvenes, éramos ganadores, estábamos unidos, creíamos que éramos indestructibles”.

José Nasazzi, capitán del cuadro uruguayo

"Nunca experimenté un dolor más amargo en toda mi vida que aquella final del Mundial perdida en 1930 ante los uruguayos”. 

Francisco Varallo, jugador de Argentina

 

Héctor El Manco Castro hizo historia

En 1930 se consolidó la figura de Héctor   El Manco Castro.   El delantero pasó  a la historia por ser el autor del primer gol de Uruguay en un Mundial pero también por  jugar al fútbol a pesar  de no tener la mano derecha.

Castro se cortó accidentalmente su antebrazo derecho con una sierra eléctrica cuando tenía 13 años.  Era un fijo en la alineación local y demostró toda su capacidad desde la primera ronda, cuando convirtió el gol de su equipo en el triunfo ante Perú, el primero en mundiales de la selección de Uruguay, que le daría la clasificación a la segunda ronda.

Las crónicas de ese tiempo cuentan que era uno de los jugadores más temidos por los argentinos en la final. 

Fue pieza clave para remontar el marcador adverso cuando los albicelestes  se adelantaron  en la primera etapa, llegando al descanso con una victoria de 2 a 1. En el segundo tiempo los locales dieron  vuelta la historia. Justamente Castro cerró  la victoria de su equipo, fue también el último en anotar en la competencia, dándole el 4 a 2 definitivo a los uruguayos.

Transformado ya en leyenda del fútbol uruguayo, siguió jugando para Nacional hasta 1936, habiendo disputado un año entre medio en Estudiantes de La Plata de Argentina, y totalizando 145 goles en 231 encuentros para el conjunto montevideano, con el que además obtuvo los campeonatos de 1934 y 1935, luego de volver a ganar la Copa América, esta vez en Perú, en 1933.

Durante su carrera en activo, Castro llegó a admitir que por su incapacidad física había dejado olvidado su viejo sueño de ser portero, pero nada más tuvo que abandonar en pos de su objetivo, considerando que era sumamente popular y mujeriego. Además, aunque en sus comienzos los fanáticos de Peñarol le odiaban, cambiaron su parecer durante el Mundial de 1930, y de allí en más siempre le respetaron.

La travesía de las selecciones de Europa para llegar a la sede del torneo

Mundiales de fútbolLos integrantes de las selecciones de Bélgica, Rumania, Yugoslavia y Francia vivieron toda una odisea para participar en el Mundial de 1930, puesto que el traslado hacia el nuevo continente fue largo y complicado.

Primero, las delegaciones tuvieron que viajar entre tres hasta llegar  a su puerto de embarque, ya que la única forma de llegar a Montevideo era por barco.

Los planteles se entrenaron en los barcos, porque el traslado demandaba 35 días de viaje, en los que los futbolistas perderían estado físico y no llegarían bien en lo futbolístico.

De acuerdo con los datos históricos, el trabajo que se realizó en las embarcaciones fue más de gimnasia, a la espera de que los futbolistas lleguen en el mejor estado físico a la cita.

Tres horas antes del inicio del lance  inaugural entre México y Francia, la asamblea de árbitros decidió que el juego fuera dirigido por el belga John Langenus, aquel que aseguraba mayores garantías de imparcialidad.

Se dice que Langenus pidió un seguro de vida en beneficio de su familia y pasaje en un barco que zarpaba a Europa justo unos minutos después del juego.

Eran otros tiempos. Ambos equipos llevaban su respectivo balón y no estaban, en modo alguno, dispuestos a aceptar  el del adversario.

15.000 argentinos asistieron a la final del torneo frente al conjunto local

El 30 de julio llegó el momento de jugarse la gran final del campeonato mundial. Se estima que 15.000 argentinos poblaban las tribunas del  Centenario, pero eran apenas la mitad de los que se calcula intentaron llegar a Montevideo, tras cruzar el Río de la Plata en multitud de embarcaciones de todo tipo.

Cuando llegaron a los muelles, el partido ya había terminado. Y los que tuvieron la fortuna de llegar a tiempo se encontraron con la estricta revisión de los funcionarios uruguayos de la Aduana, ya que la consigna era que "ni un solo revólver argentino debe entrar en Uruguay”.

Todo lo contrario había ocurrido en el juego inaugural entre México y Francia, ya que sólo 500 espectadores siguieron las incidencias de ese partido histórico.

El encuentro se disputó  el domingo 13 de julio de 1930 en el estadio de Pocitos.

A los 19 minutos de juego, Lucien Laurent tomó un balón en los límites del área y superó al arquero mexicano Óscar Bonfiglio. Era el primer gol de la historia de los mundiales, que fue celebrado con algarabía por los asistentes.

El resto de los partidos fue seguido por un número reducido de personas. Las selecciones  de Europa no contaban con el respaldo de sus hinchadas y  la diferencia la marcaron los uruguayos, por ser locales, y los argentinos que estaban "a la vuelta de la esquina”.// Página Siete (BO)

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