Bolivia se convierte en paraíso de las cirugías plásticas por el precio

Para Silvana da Silva, la belleza tiene un precio. La brasileña de 42 años creía que borrar las secuelas físicas de sus tres embarazos era sólo una ilusión: cirujanos plásticos de su país le dijeron que la lipoescultura abdominal o extracción de grasa de su abdomen le valdría 10 mil dólares.

Pero la morena de cabello corto volvió a sonreír en julio. Una amiga que retornó de Bolivia con senos “nuevos” le comentó que la solución a su situación estaba en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, por menos de $us 2.000. “Me quedé impresionada con el costo de la operación y el resultado; terminé gastando $us 4.000 en el viaje, el hospedaje, la intervención y hasta en los paseos”, cuenta la extranjera, sentada en la sala de espera de la clínica cruceña Foianini, una de las más conocidas en el rubro.

Belleza. La historia de Silvana no es un caso anecdótico, porque cada vez hay más personas de Europa, Canadá, Estados Unidos, México, China y de naciones sudamericanas que arriban a Santa Cruz y Cochabamba, especialmente, con la esperanza de corregir un defecto físico o de modelar su figura. La principal atracción son los bajos precios, que están convirtiendo al territorio boliviano en un paraíso de las cirugías estéticas, con un abanico de beneficios y de riesgos de por medio.

Estas operaciones que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial que culminó en 1945, aplicadas por médicos para la reconstrucción de los rostros y cuerpos de los soldados heridos o quemados, comenzaron a practicarse desde los años 80 en Bolivia y no han parado de incrementarse desde entonces. Es decir, el culto a la belleza que se extiende por el orbe tiene al país como referente en los últimos años, según los cirujanos cruceños Tito Barzola y Miguel Moreno, el cochabambino Humberto García y el paceño Gonzalo Sillerico. 

Cirugías en BoliviaLos entrevistados, que abrieron sus consultorios a Informe La Razón, coinciden en que La Paz es “famosa” por las rinoplastias o cirugías que resuelven las deformaciones de la nariz, un problema recurrente en los habitantes del occidente; mientras que Cochabamba y, sobre todo, Santa Cruz se han vuelto populares por estas intervenciones más otras destinadas a esculpir los cuerpos o para aumentar los senos y glúteos. Además, las bolivianas ya no son las clientes exclusivas, ya que estos galenos calculan que entre 30% y 40% de los tratamientos de nariz, párpados, cejas, mentón, orejas y de lipoescultura son demandados por varones.

Boom. No hay estadísticas, pero los doctores sostienen que cada vez llegan más extranjeros de diferentes confines del planeta para someterse a distintas operaciones estéticas. Como muestra un botón: si antes recibían en sus oficinas a entre tres y cinco interesados, hoy atienden al mismo número en un día o dos. Barzola, Moreno, García y Sillerico apuntan a dos causas para este boom: los costos económicos y la calidad de profesionales y servicio. Es así que cada paciente satisfecho retorna a su nación y corre la voz para que muchos otros tomen en cuenta a Bolivia entre sus opciones.

Es que el mercado del rubro es atractivo más allá de las fronteras bolivianas. El año pasado, la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica (Isaps, por sus siglas en inglés) hizo un ranking de 25 países, encabezado por Estados Unidos, donde se realizaron al menos 1,6 millones de “procedimientos” de este tipo, seguido por Brasil (1,5 millones), China (588.880), Japón (525.790), India (553.420), México (437.351), Italia (396.750), Corea del Sur (361.988), Francia (261.198), Colombia (319.305). En el sitial 13 se encuentra España, con 150.459 operaciones; Venezuela en el 18, con 130.595, y Argentina se halla en el 19, con 117.140.

Los especialistas de Bolivia cobran incluso diez veces menos que colegas de otras naciones. Por ejemplo, en Estados Unidos, una persona puede acceder a una nariz “perfecta” por $us 8.000 y a una lipoescultura o liposucción, por $us 10 mil; cuando en Santa Cruz y Cochabamba, las mismas cirugías valen entre $us 900 y 1.200, y $us 1.300 y 1.400, respectivamente. Más aún, el aumento de glúteos con prótesis se cotiza en $us 9.900 en Europa, cuando en estas dos ciudades bolivianas cuesta $us 2.000, revela Humberto García, que es presidente de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva.

La diferencia también es notoria si se compara con países de Centro y Sudamérica, continúa el experto. Es así que una rinoplastia implica el gasto de $us 3.500 en Brasil o México, y los implantes mamarios, entre $us 4.000 y 5.000; pero en suelo boliviano esta última intervención es ofertada incluso por $us 1.200. Y el panorama no cambia con otros Estados cercanos como Argentina, Chile, Venezuela o Perú, cuya escala tarifaria en el menú de cirugías plásticas duplica, como mínimo, a la de Bolivia. 

La argentina Alexandra Román cumplió uno de sus sueños en Cochabamba: tener una nariz respingada. La intervención estética en su tierra natal le salía un ojo de la cara: entre $us 2.000 y 4.000; sin embargo, invirtió simplemente $us 900 —y le alcanzó inclusive para los gastos del viaje y la estadía—en la clínica Los Olivos, adonde la rubia de 55 años volvió en agosto, después de dos meses, para que su médico observe su evolución. Ella comenta que en esta ciudad la rinoplastia es más barata que en La Paz, donde esta operación vale $us 1.200.

Costos. Gonzalo Sillerico, que dirige la filial paceña de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica, admite que un tratamiento de estas características cuesta entre $us 1.200 y 2.000, hasta el doble de lo que está en Santa Cruz y Cochabamba. “Hay que aumentar el costo del quirófano y si vamos a necesitar un cardiólogo u otro especialista”, justifica. Esta variación de honorarios a nivel interno, subraya García, se presenta porque el rubro no está exento de la vigencia de la libre oferta y demanda; en otras palabras, no existe un tarifario acordado entre los cirujanos bolivianos.

Surge una interrogante: ¿por qué hay tanta diferencia de precios entre Bolivia y otras naciones? El especialista cruceño Tito Barzola explica que el costo de los insumos es similar en cualquier parte del orbe, pero la clave está en que el equipo que participa en las intervenciones estéticas gana mucho menos en el país: casi $us 100 por persona y por operación, incluido el cirujano; y en Brasil, sin ir muy lejos, cada uno cobra entre $us 300 y 400 por tomar la jeringa y el bisturí entre sus manos. 

El galeno ejemplifica que para los implantes de mamas o de glúteos, las prótesis valen entre $us 500 y 550 —lo que equivale a la mitad de la cotización de la operación (entre $us 1.000 y 1.200)—, es así que el monto restante es repartido entre el cirujano, el anestesista, el cardiólogo y el o los enfermeros, e incluso el alquiler del quirófano. Mientras esta intervención cuesta al menos $us 4.000 en centros brasileños, o sea, los médicos se reparten una torta de más de $us 3.000 en ganancias.

Y hay otra forma de dividir los ingresos. El secretario de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica en La Paz, Carlos Elías, informa que, en su caso y los de otros colegas paceños, el paciente paga el uso de la clínica y los honorarios del cirujano y sus colaboradores, que están entre $us 300 y 600 por una rinoplastia, o por una lipoescultura y un implante de mamas, respectivamente: el anestesista se lleva entre 35% y 40% del dinero; el primer auxiliar, 15%; el instrumentista, entre 7% y 10%, y el resto de los beneficios recae en el galeno a cargo.

Especialistas. Barzola indica que la mayoría de los cirujanos plásticos alquila quirófanos para su trabajo. El director del Centro de Control de Vigilancia y Control Sanitario del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz, Raúl Murillo, plantea que hay dos tipos de clínicas que imperan en el ramo: las que cuentan con personal para llevar a cabo estas operaciones y las que arriendan sus instalaciones a médicos que no son parte de ellas.

En La Paz hay ocho centros registrados; en Cochabamba, el Sedes autorizó a cuatro y el Sedes de Santa Cruz tiene a dos decenas.

El boom de las intervenciones estéticas se explica, paralelamente, por el incremento de especialistas. Hace tres años había 60 expertos avalados por la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, y ahora el guarismo se ha elevado a 98, mientras el Colegio Médico de Bolivia tiene en su lista a 119: con 41 cruceños, 39 paceños, 20 cochabambinos, 14 tarijeños, tres orureños y dos potosinos; el 80% se concentra en el eje troncal y Santa Cruz es donde el grueso ofrece sus servicios.

La fama de estos profesionales ha traspasado fronteras porque dejan clientes satisfechos con su nueva apariencia física. “Cada que puedo aconsejo que vivan mi experiencia, de hecho varias de mis amigas ya lo hicieron”, cuenta Lauren González, una mexicana de 36 años que busca que le programen una cirugía para eliminar las arrugas de su cara (lifting facial) en la clínica Foianini. Es la segunda vez que viene a la capital oriental para una operación, ya que hace dos años se sometió a un implante de senos. Ahora gastará $us 2.000 por un tratamiento que en México vale $us 7.000.

No está sola, la acompañan su hermana y su cuñada, que fueron convencidas por Lauren para que se sometan a lo mismo.

No obstante, no todas son buenas noticias. El culto a la belleza tiene sus riesgos. Tanto bolivianas como extranjeras se hallan a merced de “seudocirujanos” —comúnmente llamados “intrusos”— o centros médicos y consultorios “truchos” en los que se ofrecen operaciones. Y hay dos peligros que se ciernen sobre las forasteras y que venden al oriente de Bolivia como destino turístico y, a la par, estético. Son los denominados “tours” y “safaris” a los que los expertos consultados ponen reparos.

Por ejemplo, hay operadores de agencias de viajes y cirujanos plásticos que aglutinan esfuerzos para la conformación de “paquetes turísticos” que incluyen intervenciones quirúrgicas con la respectiva estadía en una clínica, entre diez y 15 días en hoteles de lujo, las consultas pre y postoperatorias, los traslados y la asistencia personal para la paciente y, por si fuera poco, visitas guiadas por la ciudad de Santa Cruz. La promoción, contactos y reservas se realizan a través de internet y una de las páginas más llamativas es www.makeovertravel.com, que tiene su sede en México.

Turismo. “Makeover Travel le cambiará la vida para siempre. Dándole la oportunidad de transformarse y al mismo tiempo visitar Bolivia, considerada por los geólogos como el país con más biodiversidad en la Tierra, y descubrir Santa Cruz, el paraíso tropical de Sudamérica”, invita el portal, que tiene en su menú de intervenciones estéticas: seis corporales, cuatro faciales y tres que involucran ambos servicios. Una de ellas promete un “combo” que incluye aumento de senos y glúteos y una liposucción de abdomen. Todo por $us 7.500, lo que incumbe hospedaje, transporte y paseos, pero sin pasajes de avión.

“Es como lanzar un anzuelo y esperar a que pique cualquier persona que se guía por lo maravilloso y barato de los paquetes. Sin embargo, acudieron a mí varias de estas clientes porque no quedaron conformes con los resultados o porque cuando vinieron a Bolivia se toparon con médicos ilegales”, advierte Barzola. En consonancia, el doctor García alerta: “En la mayoría de los casos, uno va a ciegas al cirujano plástico, sólo por la promoción que se hizo en el paquete y no se guía por el nombre de un galeno confiable o de una clínica que esté posibilitada para brindar un buen servicio”.

Informe La Razón comprobó la escasa información que proporciona la operadora de Makeover Travel, mediante un contacto telefónico con el Distrito Federal mexicano. La periodista expresó su interés por un implante de senos e intentó obtener los nombres del especialista y el centro médico que la atenderían en la capital oriental. No tuvo éxito y se le notificó que ello le sería recién develado con los tickets aéreos. En contraparte, se le pidió que llene y envíe un formulario electrónico con datos personales, las excursiones que deseaba realizar en Santa Cruz y que especifique si fuma, consume alcohol, tiene alguna alergia, padece de diabetes, colesterol, hipertensión o anemia, o si le practicaron alguna mamografía, entre otras interrogantes.

A la par, debía adjuntar fotografías de la parte de su cuerpo que desea someter a tratamiento.

Sillerico opina que es “inaudito” que mediante un correo virtual se programe, por ejemplo, un implante de senos con “una paciente que llegará del exterior, porque no he visto el volumen de sus mamas o si tiene estrías, y tampoco he confirmado mediante análisis si todo lo que respondió es cierto”. Pero hay más observaciones. El especialista resalta que el estudio del color de la tez y sus características es igual de importante para determinar si no se presentarán dificultades en la cicatrización tras una operación.

Otro punto de vista es esgrimido por García y Barzola, que dicen que es posible aplicar una “consulta virtual” o aclarar las dudas de la cliente que se encuentra a cientos de kilómetros de distancia, a través de emails, aunque precisan que, antes de aprobar una cirugía, es imprescindible revisar personalmente a la interesada. Para ambos, este método permite ganar tiempo y programar preconsultas que no perjudiquen su apretada agenda.

Aún así, remarcan que se debe confirmar la información proveída por la interesada con un hemograma (análisis de sangre) o un estudio del Tiempo de Tromboplastina Parcial, para medir el tiempo en que se forma un coágulo en una muestra de sangre; análisis requeridos para intervenir a menores de 40 años. Más todavía, García añade que los mayores de 40 o 45 años deben someterse a pruebas de glicemia (medición del azúcar en la sangre), de úrea (para ver el funcionamiento de los riñones), de creatinina (para descartar afecciones musculares o neuromusculares) y una valoración cardiológica, mediciones que se pueden implementar “a distancia”.

Tanto García como Barzola y Moreno recuerdan que fueron contactados por particulares que, a nombre de agencias internacionales de turismo, solicitaron sus servicios para operar a extranjeras que querían ser parte de estos “tours estéticos”, y rechazaron las propuestas. “Eso sí, conozco a cinco colegas que tienen estos contactos en Santa Cruz y que están encantados con esta forma de trabajar porque ellos tienen la costumbre de salir un poco del plano médico y entrar al marketing, que funciona para profesionales que no son muy conocidos”, apunta Barzola.

Además, señalan los especialistas consultados, estos paquetes turísticos abren las puertas a que los visitantes sean atendidos por “seudocirujanos” —denominados “intrusos” en el argot del rubro—, ya que la mayoría de los galenos certificados no acceden a participar en estas promociones y prefieren analizar “en vivo y directo” a sus clientes. Por ello, una de las primeras recomendaciones de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, es que las pacientes verifiquen la experiencia y el título de los expertos que son parte de estas ofertas en el mundo virtual (más consejos en el apoyo de la página 7).

Eso no es todo. Otra práctica que involucra al oriente boliviano son los “safaris estéticos”, que se caracterizan porque un “supuesto” equipo médico formado por un cirujano, un anestesiólogo, un enfermero o auxiliar y su maleta de prótesis y equipos, arriba a localidades de Beni, Pando o Santa Cruz donde lo esperan entre 10 y 20 personas, en su mayoría mujeres ansiosas de someterse al bisturí. “El ‘doctorcito’ del pueblo, que fue el encargado de contactar a las interesadas, organiza el grupo para realizar una precaria evaluación y se programen las cirugías que, mayormente, se hacen en el quirófano del hospital rural”, devela García.

Combos. Generalmente, continúa el presidente de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica, estos centros de salud no cuentan con las garantías para atender cualquier emergencia que se presente en las intervenciones. Asimismo, el galeno de estas zonas periurbanas, que sólo tiene título de médico general, toma la batuta de la postoperación, que debe estar a cargo de un cirujano plástico. Y lo preocupante es que hay quienes se brindan a someterse a esta oferta, sabiendo los peligros que corren.

Un común denominador en estos tours y safaris son los “combos”, ofrecimientos para la aplicación de dos o más cirugías en un corto periodo de tiempo, lo que desafía la resistencia corporal de las pacientes. En esto, muchas de ellas tienen su culpa. “Las mujeres son sumamente avezadas, ya no vienen por una operación, solicitan reducción de abdomen y un poco de liposucción y tratamientos a sus párpados y nariz (...) Muchas veces he tenido que pararlas y decirles que sí les hago las seis operaciones, pero en dos tiempos”, manifiesta García.

Adiciona que para programar más de una intervención quirúrgica no sólo considera la salud de la paciente, sino el tiempo y el cansancio físico que sufrirán él y los miembros de su equipo. “No me gusta pasarme de tres cirugías mayores, porque no estaría bien trabajar más de seis horas seguidas”. Y sentencia que algunas mujeres tienen la visión errada de que el quirófano es como un mercado donde si compran más cosas, o sea, si se realizan más intervenciones, ahorrarán más tiempo y dinero.

Sillerico reflexiona que las cirugías en cadena pueden derivar en contingencias porque cada una implica la pérdida de sangre para la paciente, “y por más que ella esté en una buena clínica y reciba la atención necesaria, está sufriendo una agresión física por parte del médico. Un rostro sangra menos, pero una lipoaspiración sangra más. Por esta razón, lo más adecuado es ir por partes”. En otras palabras, se recomienda un tiempo prudente para la recuperación del organismo de las personas que exigen más de un tratamiento estético.

Precisamente estos “combos” ocasionaron la muerte de dos brasileñas el año pasado en Santa Cruz, según la red O  Globo. Ambas por embolia pulmonar, tras someterse a intervenciones quirúrgicas de lipoaspiración y de implantes mamarios y en los glúteos. Se evidenció que las víctimas fueron atendidas por cirujanos plásticos en diferentes clínicas y que su recuperación se implementó en hoteles. La denuncia puso en el ojo de la tormenta a la práctica de esta profesión en el departamento.

¿Control? A pesar de que las cirugías están en auge, los Sedes de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz alegan de que hay un vacío legal para ejercer una mayor fiscalización en el rubro y sancionar irregularidades; aunque han comenzado a hacer operativos en consultorios de especialistas y centros de salud y de belleza para ponerlos en regla. Autoridades de las tres entidades conocen de los “tours estéticos”, pero no de los “safaris”, ni siquiera el Sedes de Santa Cruz, tal como asegura Miguel García, su responsable de Control de Calidad.

Esta repartición, no obstante, dio un paso importante para evitar que bolivianas y extranjeras sean presas de los “intrusos” y las clínicas informales: en enero puso en vigencia un acta de compromiso que debe ser firmada por el cirujano que quiere alquilar el quirófano de un hospital y por su propietario; así, el primero debe adjuntar su registro en el Colegio Médico y su título de especialización, y el otro, la resolución administrativa que avala su legalidad.

El Sedes de Cochabamba realiza inspecciones sorpresa cada seis meses, coordinadas con el Colegio Médico y la filial de la Sociedad Boliviana de Cirugía Plástica. “Quién mejor que ellos para acompañarnos porque conocen a quienes operan de manera ilícita”, argumenta la responsable de Servicios Médicos, Doly Rivas. Gracias a ello, acota el jefe de Hospitales, Juan Carlos Ayzama, se consiguió regular un 65% de la actividad estética en la ciudad.

Mientras en la urbe de La Paz, la Resolución Administrativa 018/12 ordenó que desde junio se implementen controles a los centros estéticos, para verificar si sus expertos tienen autorización para prestar sus servicios, indica Raúl Murillo, director del Centro de Control de Vigilancia y Control Sanitario del Sedes paceño. Así, el Estado se pone a tono con la reciente fama de Bolivia como paraíso de la cirugía plástica.  

Recomendaciones que se deben tener en cuenta antes de una cirugía estética

  • Los profesionales bolivianos consultados y la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica recomiendan tomar en cuenta varios detalles antes de considerar una cirugía plástica. A continuación algunos de ellos:
  • Averigüe cuál es la formación del cirujano plástico y si cuenta con una certificación que lo respalde. Es imprescindible que el experto sea miembro del Colegio Médico de Bolivia y tenga un título que lo acredite
  • Consulte si el centro quirúrgico o la clínica en la que se planifica la operación posee certificación y/o autorización y qué entidad se las otorgó.
  • No es recomendable una operación de senos, nariz u otra cirugía mayor hasta antes de los 16 años, ya que estas partes del cuerpo no desarrollan completamente hasta esa edad.
  • Existen tres tipos de anestesia: la general, la regional y la local; cada una se selecciona con el anestesiólogo, según el tipo de cirugía, el tiempo y las características del paciente.
  • Los implantes de senos más empleados y seguros son los de gel de silicona, de una marca reconocida y con autorizaciones de los entes de control nacional e internacional.
  • La decisión del tamaño y forma de los implantes se toma entre el paciente y el cirujano plástico, dependiendo de la estatura, contextura y, sobre todo, el gusto de cada paciente.
  • La persona que se someterá a una operación en el exterior debe considerar cómo y quién le brinda la información. Lo ideal es que se comunique con el médico o alguien de su equipo, ya que el agente de viajes se encarga solamente de las reservas del viaje y el alojamiento.
  • En todos los casos se debe intentar conseguir información de pacientes que se hayan sometido a procedimientos similares. Consúlteles sobre la experiencia con el cirujano y su equipo, la clínica y el postoperatorio.// La Razón
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