Andrés de Santa Cruz y Calahumana ((1792 - 1865): político boliviano

Fue un participante importante durante los inicios de la república, dirigió y luchó para dar forma a la naciente nación, en ese momento estaba sumido en el desorden. Fue presidente de Perú y Bolivia y entre 1836 y 1839 estableció la Confederación entre estos países

Existe hasta hoy un debate acerca de la fecha y el lugar de nacimiento de Andrés de Santa Cruz y Calahumana. Según algunos historiadores, nació en La Paz el 5 de diciembre de 1792; otros sostienen que nació en Huarina ese año, pero el 30 de noviembre. Era hijo de José de Santa Cruz y Villavicencio, un criollo de Huamanga (Perú) y de Juana Basilia Calahumana, hija del cacique de Huarina, pueblo cercano al lago Titicaca.

Estudió en el colegio de los franciscanos en La Paz y posteriormente en el Colegio San Buenaventura del Cuzco.
Presidentes de BoliviaA los 17 años se incorporó al ejército del Rey en el regimiento "Dragones de Apolobamba", bajo las órdenes de su padre que era subdelegado de ese partido. En 1811 participó en la Batalla de Guaqui en el bando de José Manuel de Goyeneche donde fue ascendido a teniente. Combatió luego en la guerra en Charcas bajo la bandera del Rey y participó de las batallas de Vilcapugio y Ayohuma (1813).

Su padre fue muerto durante la toma de la ciudad de La Paz por parte de los ejércitos del Cuzco dirigidos por el cura Muñecas. Fue apresado en 1817 por las tropas de Araoz de la Madrid y conducido a Buenos Aires de donde fugó reintegrándose al ejército del Rey. Luego de luchar infructuosamente contra las guerrillas dirigidas en Perú por Juan Antonio Álvarez de Arenales, fue apresado nuevamente a fines de 1820 por las tropas de San Martín, momento en el cual decidió abrazar la causa independentista.

Ya en el bando patriota pasó a ser gobernador de Piura, donde organizó los ejércitos que iban a libertar Cuenca y la sierra de Quito, donde se unió a las tropas de Nueva Granada dirigidas por Antonio José de Sucre. Ambos grupos derrotaron a los realistas en la Batalla de Pichincha, en mayo de 1822, con lo que se selló la independencia de la región.

En 1823, participó en la llamada Campaña de Intermedios, cuyo objetivo era controlar las tierras altas de Charcas. Se dirigió desde los puertos intermedios de Perú hacia La Paz, tomando su ciudad natal. Retornó hacia el Desaguadero. Cerca de ahí se produjo la batalla de Zepita, donde a pesar de derrotar a los realistas, tuvo una retirada desastrosa hasta la costa, perdiendo gran parte de sus soldados. Por esta batalla fue nombrado Mariscal de Zepita.

Bolívar lo convocó a formar parte del ejército libertador, con el que participó en la batalla de Junín (6 de agosto de 1824), luego fue nombrado Prefecto de Huamanga. En abril de 1825, luego de participar en el ingreso de las tropas a Charcas, fue nombrado Prefecto de Chuquisaca.

Entre 1826 y 1828 participó en la conflictiva vida política peruana, donde fue Presidente del Consejo de Gobierno, Presidente de la Junta de Gobierno, candidato a la Presidencia de la República y ministro plenipotenciario ante el gobierno de Chile.

Luego del levantamiento contra Sucre en Chuquisaca (abril de 1828) la firma del Tratado de Piquiza, la renuncia del presidente Sucre al poder, y la invasión de Gamarra a Bolivia, el Congreso boliviano decidió elegir a Santa Cruz como Presidente de Bolivia. Asumió el cargo en mayo de 1829. En 1831, bajo una nueva Constitución, Santa Cruz fue elegido Presidente Constitucional.

Durante los diez años que gobernó el país, llevó a cabo numerosos actos administrativos, entre ellos: estableció escuelas con el sistema lancasteriano, creó las universidades de San Andrés en La Paz y San Simón en Cochabamba; fijó las atribuciones de prefectos, gobernadores y otras autoridades, ordenó la hacienda, estableció los primeros presupuestos, promulgó los Códigos Civil, Penal, de Procederes, Mercantil y Minero; llevó a cabo el primer censo; mejoró el transporte y reorganizó el ejército. En la economía, empezó con la emisión de moneda feble o de baja ley

Mientras Bolivia vivía una etapa de paz y orden, Perú vivía un estado de anarquía, con luchas permanentes entre diversos bandos y al borde de una guerra civil. Orbegoso, presidente provisorio, se tuvo que replegar e instaló su gobierno en Arequipa, desde donde convocó en su auxilio a Santa Cruz.
El pacto entre Santa Cruz y Orbegoso se firmó en junio de 1835, por el mismo, Santa Cruz se comprometía a enviar a su ejército a Perú y convocar luego a una Asamblea en el norte y el sur peruano para que decidieran la nueva forma de gobierno de su país. En cumplimiento del mismo Santa Cruz pasó a Perú con un ejército de 5.000 soldados.

Agustín Gamarra, sintiéndose traicionado enfrentó a Santa Cruz y fue derrotado en la batalla de Yanacocha (13 de agosto de 1835). Por su parte, Felipe Salaverry declaró también la guerra al ejército boliviano y fue derrotado por Santa Cruz en la batalla de Socabaya (7 de febrero de 1836). De esta manera se abrió el camino para la creación de la Confederación Perú Boliviana. Mientras tanto, en Bolivia se reunió el Congreso de Tapacarí que autorizó a Santa Cruz a seguir adelante con el proyecto de la Confederación.

El 28 de octubre de 1836, se estableció la Confederación integrada por los tres estados o repúblicas, la que se confirmó en el Congreso de Tacna que le dio su Ley fundamental. El proyecto no fue del agrado de muchos peruanos y bolivianos y menos de los gobiernos de Chile y Argentina que veían como un peligro para sus naciones el fortalecimiento de Bolivia y Perú.

Con una serie de pretextos, el gobierno chileno declaró la guerra a la Confederación, envió una expedición llamada “Restauradora” bajo el mando del almirante Manuel Blanco Encalada y con el apoyo de los emigrados peruanos opositores de Santa Cruz. Esta primera expedición trató de tomar Arequipa, pero no tuvo el apoyo de la población y firmaron el Tratado de Paucarpata por la cual Santa Cruz dejó volver a su patria a los chilenos, a condición de que reconocieran a la Confederación.
En la guerra contra la Confederación Argentina, el ejército boliviano, al mando del general Otto Felipe Braun, logró los triunfos de Iruya y Montenegro, al norte de Jujuy, acabando con los intentos de Juan Manuel de Rosas de destruir la Confederación.

Chile desconoció el Tratado de Paucarpata y envió una segunda expedición "Restauradora" al mando del general Manuel Bulnes. Ésta logró el apoyo del norte de Perú. Luego de una serie de escaramuzas entre el ejército chileno y el de la Confederación, éstos se enfrentaron en Yungay (enero de 1839) donde los confederados fueron derrotados.

Santa Cruz marchó hacia el sur con el propósito comenzar desde Bolivia una guerra de reconquista; sin embargo, al llegar a Arequipa supo que los generales Ballivián y Velasco se habían sublevado contra él. Viéndose derrotado, renunció a su puesto de protector (20 de febrero de 1839) y se embarcó hacia Ecuador, donde vivió varios años y desde donde se mantuvo alerta sobre lo que ocurría en Bolivia.

En 1843, intentó volver al país, pero fue apresado en la Caleta de Camarones. Al ser considerado un perturbador del orden por los nuevos gobiernos de Bolivia, Perú y Chile, fue desterrado a Chillán, sur de Chile; pero, gracias a la intercesión de los gobiernos de Ecuador, Francia e Inglaterra, partió a Europa a fines de 1845. Diez años después intentó nuevamente volver a Bolivia, pero no se le dio autorización y se quedó a vivir por un tiempo en la provincia de Entre Ríos. Tiempo después volvió a Francia donde murió, el 25 de septiembre de 1865 en Beauvoir, cerca de Nantes.

En 1965 con motivo del centenario de su fallecimiento, sus restos fueron repatriados de Francia y trasladados en una solemne ceremonia hasta un mausoleo en la Catedral de la Paz donde reposan hasta hoy.

CARTAS DESTACAN SU PERSONALIDAD
"Hace tres días que dejé la presidencia de la República, y mañana parto para Cartagena con ánimo de salir fuera del país, o quedar en él, según las circunstancias, aunque estoy bien resuelto a no volver a mandar más... Las muestras nada equívocas de su bondad se han grabado en mi corazón de tal manera, que nunca podrán salir de él.

El señor Molina manifestará a VS. con cuanto aprecio he recibido su misión, y los deseos que he estado animado con respecto a ella, pero esta América es un caos: no se puede hacer lo que se piensa ni pensar lo que se debe, es preciso dejarse arrastrar por el torrente de las calamidades sin objeto y sin plan.

Marchar, en una palabra, a ciegas… He indicado, sin embargo, al señor Molina que Bolivia debe ponerse de acuerdo con los jefes del Sur de Colombia, que son tan adictos a esa República como a su propio país, para que no sean arruinados sucesivamente ambos estados. Por lo demás, mi querido general, yo no puedo hacer otra cosa que desear a Bolivia con los más fervientes votos una felicidad imperturbable, y a su noble y digno jefe, la gloria de dirigirla en la carrera de su libertad e independencia absoluta...", parte de la misiva enviada por Simón Bolívar a Santa Cruz desde Bogotá, el 7 de mayo de 1830.

(*) Presidenta de la Academia Boliviana de la Historia y Directora de la Carrera de Historia de la UMSA.
Santa Cruz a través de los historiadores
Manuel José Cortés
“Las pasiones contemporáneas pintaron a Santa Cruz con los más negros colores, hasta se llegó a negar su elevada capacidad, sin advertir que los hombres vulgares jamás pueden adquirir el poderío que tuvo Santa Cruz (...) su administración en Perú ha sido la mejor de aquel país (...) En cuanto a Bolivia (...) le debió muchas mejoras en la instrucción pública y en la administración de justicia”.
 Ensayo sobre la historia de Bolivia, 1861.
Ramón Sotomayor Valdez
“Vio en aquel caudillo a un soldado que sin grandes dotes militares gustaba del brillo de las armas y tenía la monomanía del mando. Hábil, trabajador y con buenas dotes administrativas había organizado cierto orden en Bolivia (...) lo dominaba el deseo de formar un gran estado en la América del Sur”.
Campaña del ejército chileno contra la Confederación Perú Boliviana, 1896.
José Macedonio Urquidi
“Bajo su gobierno Bolivia se mostró fuerte en el interior, respetada y grande en el exterior. Fue un eminente político; de elevadas miras y vastos planes, como el de la Confederación (...). No cabe duda; Santa Cruz fue un gran hombre, como general diestro, hábil político y profundo estadista”.
 Compendio de la Historia de Bolivia, 1903.
Agustín Iturricha
“¿Habría que ser quimérico para una ambición como la de Santa Cruz, que no cedía en glorias un palmo de terreno ni a San Martín ni a Bolívar, la edificación de un imperio que brillase con esplendorosa luz en la tierra de sus progenitores?”
Historia de Bolivia bajo la administración del Mcal. Andrés de Santa Cruz, 1920.
Humberto y José Vazquez-Machicado
“Pocas figuras notables en los primeros años de nuestra vida republicana podrán compararse con las de Andrés de Santa Cruz, Presidente del Perú y Bolivia, Protector de la Confederación que por pocos años unió a ambas naciones. Ninguna que invite más al estudioso a analizar su carácter y tantas variadas aptitudes y talentos”.
El Mariscal Andrés de Santa Cruz, diplomático en Europa, 1951.
Jorge Basadre
“Con todos sus defectos y errores, Santa Cruz dio, al fin y al cabo, a Bolivia y al Perú siquiera una ráfaga de algo que hubo en su historia prehispánica y aún en su historia colonial y que falta casi permanentemente en la historia: la ilusión de lo grande, el sueño imperial”. “Para él no se abrieron jamás las rojas puertas del infierno y sólo desde afuera pudo oír los himnos y plegarias celestiales”.
Historia de la República del Perú, 1939.
Francisco Frías V.
“Era astuto, solapado, perseverante y gran conocedor de los hombres. Dotado de capacidad organizadora, había sabido poner en orden en el naciente estado boliviano y dotarlo de una fuerza militar respetable para aquellos tiempos”.
Manual de Historia de Chile, 1947.
Vicente Fidel López
“El nuevo inca, ‘restaurador, ungido también de las leyes’, pues había restaurado el vasto imperio de los viejos reyes de su raza, al mismo tiempo que con la fama de sus tropas y con los prestigios de la corte virreinal de que se había rodeado (…)deslumbraba la vista preocupada de los pueblos argentinos del norte”.
Manual de la Historia Argentina, 1920.
Ernesto Palacio
“Ambicionaba convertir en realidad el sueño de Bolívar mediante la creación de un gran estado que impusiera la ley a todo el continente. Era natural que tratase de debilitar a los países que podían ser obstáculo a su expansión”
Historia de la Argentina, 1954.
Jaime Eyzaguirre
“Era laborioso, disciplinado; frío y calculador, sobrio en el vivir y audaz y disimulado en el obrar (…) se dedica a gobernar inteligentemente a su pueblo y aguarda el momento oportuno”.

Historia de Chile, 1964// Los Tiempos,com
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