Estudio indaga en las relaciones amorosas y sexuales de los adolescentes en situación de calle (Santa Cruz)

El amor de pareja y las relaciones sexuales, consentidas o no, se experimentan desde los 11 años de edad entre niños y adolescentes que viven en las calles de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en muchos casos los menores se someten a estas relaciones porque buscan protección, seguridad o sustento económico, según un estudio realizado por la organización Son de Vida.

El estudio “Desde la calle. Adolescentes enamorados”, realizado por Graciela Asperilla Fernández y Jonathan Roca Figueroa, codirectores de Son de Vida, indaga en las situaciones de “romance y sexo” que experimentan los niños, niñas y adolescentes que viven en las calles de la ciudad de Santa Cruz, en un marco de peligrosidad, violencia y alto impacto emocional además de carencia de protección, control de la familia y de un hogar permanente.

Para el caso se entrevistó a 30 personas de 12 a 20 años de edad, 12 mujeres y 18 hombres, que viven y trabajan en los semáforos circundantes al segundo anillo de esa ciudad. Los investigadores hicieron entrevistas en profundidad, realizaron un concurso de cartas de amor, observación del comportamiento grupal y aplicaron un test para conocer sus saberes y experiencias sobre el romance y el sexo.

Los adolescentes en situación de calle satisfacen sus necesidades básicas en la vía pública, es decir que duermen, juegan, trabajan, comen, tienen relaciones amorosas y hasta tienen hijos en ese contexto urbano. “La gran mayoría –dice el estudio-- tiene un vínculo con algún miembro de la familia, tienen un hogar, una dirección y una referencia, es decir que no ‘pertenecen’ a la calle sino a una sociedad que los excluye y les niega sus derechos”. Es decir que la adaptación a la calle sucede de forma paulatina, y ante el rechazo o violencia u otra forma de exclusión dentro de la familia.

Estadísticas de Santa CruzLos datos levantados muestran una alta exposición a la violencia de todo tipo, por ejemplo 7 de cada 10 tienen cicatrices en el cuerpo por la violencia, 4 de cada 10 sufrieron atropellos por vehículos, 7 de 30 adolescentes no saben nada acerca de las enfermedades infecciosas, 25 entrevistadas/os han sufrido, al menos una vez, una enfermedad de transmisión genital, 26 de 30 indican que han sufrido violencia mediante insultos, amenazas pasionales y agresiones físicas.

En ese contexto el reporte muestra que “las relaciones consentidas que se dan en situación de calle son muestras claras de afecto, cariño, protección y aceptación, representadas en relaciones duraderas que llegan hasta los 6 años, y en algunos casos tienen hijos juntos”. Del total de adolescentes en la investigación, 12 eran padres o madres. A la vez, como consecuencia de la carencia de educación, la falta de protección, la violencia e inmadurez emocional, los y las adolescentes pueden vivir también “amores dependientes, tóxicos, patológicos, destructivos y violentos”, frente a esto pueden reaccionar de manera violenta también contra sí mismos provocándose lesiones en la piel.

Otro de los rasgos fuertes es la “ausencia de poder de decisión sobre su sexualidad”, puesto que son frecuentes las relaciones sexuales coaccionadas mediante la fuerza u otro tipo de abuso. “El sexo también es válido para humillar, esto (lo) sufren hombres y mujeres adolescentes; se trata de ‘poner en su lugar’ al más débil, señalan”. La prostitución de hombres y mujeres adolescentes también es una forma de sostén económico esporádica.

La investigación advierte que un primer paso para ayudar a esta población es reconocer el problema para posteriormente intervenir con educadores en un proceso de educación sexual holística enfocada en su realidad, que implique desarrollar la autoestima y confianza, generando destrezas emocionales, de autocontrol, de auto-exploración del cuerpo, de empatía, de poner en balanza los riesgos propios de la edad, de derrumbar mitos con conocimiento valiéndose de la tecnología y la ayuda profesional.// PIEB (BO)

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