La cholita taxista: 47 años al frente del volante

La alcaldía entregó a finales de los años 90 un reconocimiento por ser la primera mujer de pollera tras el volante.

El 9 de julio pasado festejó 65 años de vida, 47 de ellos los pasó detrás del volante, pues a los 18, al cumplir la mayoría de edad, obtuvo su licencia de conducir con la que pudo manejar desde taxis hasta carros areneros. Una vez que dominó el timón de los autos, se arriesgó a los coches de carrera; con el tiempo, este oficio le dio la satisfacción  y el orgullo de ser chofer, incluso, de mujeres ministras. Se trata de Felisa Titirico Apaza, una mujer de pollera quien quedó huérfana a 12, pero la vida le dio el reconocimiento de ser la “cholita taxista”.

En la actualidad, Felisa vive en la avenida Buenos Aires, frente al Mercado Hinojosa, con su esposo, Francisco Mamani; sus dos hijas, María y Lola y sus tres nietas Paola, Ronald y Alejandro. “Mi esposo también es chofer, juntos sacamos adelante a mis dos hijas, María (odontóloga) y Lola (enfermera), de quienes siempre recibí el apoyo, sobre todo en las carreras”, dice orgullosa. Ella conversó con este medio y recordó las anécdotas que le dio el oficio de taxista.

El gusto inició a los 14. Felisa es una mujer jovial que aún mantiene su lengua materna, el aymara. Cuenta que el gusto por los autos empezó a sus 14 años, cuando sus dos hermanos, Marcelino y Dionisio, le enseñaron a conducir un camión; a sus 15, ella recorría la carretera de su provincia. Pero, recién en 1977, cuando ella tenía 35, sacó su licencia de conducir. “Me presenté al examen confiada de mis conocimientos y de 300 postulantes sólo 150 aprobaron y entre ellos estaba yo (sonríe) como la única mujer; ese fue el día más feliz de mi vida y mi pase a las ligas mayores en el trasporte pesado”.
A partir de ese momento, Felisa, con “brevet” en mano, manejó todo tipo de vehículos, desde camionetas hasta camiones areneros.

La pasión por los autos la llevó a competir en carreras nacionales como la Doble Huarina, en 1980, y la Doble Tiquina, en 1988. De esa última, aún guarda el recuerdo del accidente en la que ella perdió el control de su coche por exceso de velocidad y dio cuatro vueltas de campana. “En una de las curvas mi carro se volcó dando cuatro vueltas de campana, otros tres se accidentaron en el mismo lugar, pero yo no me rendí, cambie las dos ruedas que se habían pinchado y alcancé a los otros corredores, y llegué en cuarta posición”, recuerda Titirico, quien, con conocimientos básicos de mecánica que le enseñaron sus hermanos, en 1995 se animó a estudiar mecánica automotriz en la “Pedro Domingo Murillo” y obtuvo su título.

Pese a su éxito en las pistas, decidió dejar las competencias; sin embargo, la pasión continuó así que decidió trabajar como taxista, pero no contó con la discriminación de sus colegas. Esta actitud ocasionó la indignación de Felisa, pues un día, una infracción injustificada acabó con su paciencia y  llevó su reclamo a una jefatura. “Era en 2002, cuando un policía me dio una infracción injustificada, le reclamé y me dijo que arreglemos con 20 bolivianos, yo le respondí que no trabajaba para él y fui a una jefatura. Justo había una conferencia de prensa por el lugar y me topé con canales de televisión, quienes me presentaron como la 'cholita taxista'”. A partir de este episodio, la recién nombrada ministra de Asuntos Campesinos, Tomasa Yarhui, se cruzó en la vida de la “taxista”.

de taxista a chofer particuar. La ministra al pedir los detalles de la vida de Titirico, se enteró que sabía  de mecánica, portaba brevet y era una experta en transporte pesado, así que Yarhui la contrató como su chofer particular. “Este fue el inicio de mi vida, trasportando a grandes personalidades”, dice orgullosa Felisa. Pero además de ser chofer de Silvia Amparo, también Ministra de Asuntos Campesinos, en 2003. A la lista de personajes se suma Remedios Losa, diputada, en 2005, y Cristina Corrales, presidente del Consejo de la Alcaldía, también en ese año. “Yo no toqué sus puertas, más al contrario fueron ellas quienes buscaron mis servicios”.

Recalca que nunca pensó trabajar para “esas mujeres influyentes” y por eso, cada que recuerda, se siento feliz y orgullosa  de haber aprendido a manejar.

Uno de sus sueños de Felisa, quien en cuatro décadas, fue propietaria de un camión arenero, una Toyota, una Vagoneta y un taxi, modelo 78, con el que aún trabaja, fue abrir una escuela de conducción para mujeres, pero esta idea fue truncada por falta de recursos económicos. En la actualidad, Felisa Titirico Apaza, sólo desea conservar su licencia Categoría C, pues estar tras el volante es parte de su vida.

"Es mentira el dicho de que las mujeres son un peligro al volante, en mi caso nunca tuve una infracción, mi expediente está limpio”. Felisa Titirico Apaza / CHOFER

18 años tenía Titirico cuando condujo un camión en el que transportó un cargamento de piedras hasta Oruro.

12 años tenía Felisa, cuando quedó húerfana. Ella dice de no haber sido chofer, hubiese elegido estudiar para abogado.// La Prensa
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