Nos creen tontos (Una opinión sobre el TIPNIS)

José Gramunt de Moragas es sacerdote jesuita y director de ANF.

Los bofetones en pleno rostro que está recibiendo el Sr. Presidente y su Vicepresidente, como consecuencia del conflicto con los originarios del Parque Isiboro Sécure, evidencian que se les ha perdido el respeto que toda autoridad debe cuidar de no perder. Estos golpes que ahora reciben los que se creían incuestionables e invencibles demuestran la inconsistencia de su “doctrina” populista, de su mentalidad centroaimarista y de su práctica autoritaria.

Tratando de salvarse de los efectos destructores de la crítica mordaz —pero veraz al mismo tiempo— tratan de hacernos creer sandeces inaceptables: El maestro del sofisma, García Linera, tiene el tupé de manifestar que el Gobierno sabe quién dio la orden de asaltar el campamento itinerante de los indígenas del parque Isiboro Sécure; pero que él no va a revelar el secreto de quién preparó la trampa de invitar a los marchistas a una reunión que se transformó en una cobarde cacería de seres humanos, quién contrató los 10 autobuses para embarcar a empellones a hombres y mujeres y llevarlos a quién sabe dónde, quién ordenó someter a esa brava gente a una nube irrespirable de gases lacrimógenos, quién mandó arrastrar por los cabellos y maniatar con cintas adhesivas a los detenidos y someterlos a otras humillaciones inhumanas. ¡Quién! El Vicepresidente dice saberlo pero, al mismo tiempo anuncia que  no va a revelar su gran secreto. No va a decir quién fue.

¿Habráse visto tamaña idiotez en boca de una persona que presume de haber leído miles de libros? Pero es aún peor que él piense que el resto de la gente es tan imbécil y se va a tragar esa píldora envenenada. Pues no señores. El pueblo boliviano no es una gavilla de imbéciles fácil de engañar con piruetas oratorias.

El caso es que el conflicto surgido entre el Gobierno plurinacional y los indígenas de tierras bajas ha desvelado la mentira de que don Evo, autoproclamado el guía espiritual de todos los originarios, se había ganado la voluntad de las “naciones” autóctonas de Bolivia. Más bien ha confrontado a los originarios del TIPNIS contra los colonos, en su mayoría cocaleros y predadores de las riquezas naturales de aquellas hermosas selvas. Al mismo tiempo están saliendo los trapitos sucios al sol, en lo que se refiere a los contratos entre la Administración Boliviana de Carreteras y la empresa constructora brasileña OAS.

Cada uno de estos asuntos son bofetadas en pleno rostro que recibe el Sr. Presidente y de las que no se libran sus inmediatos colaboradores. El mismo don Evo está asustado. Nunca le habíamos visto en la televisión, ni a él ni al Vicepresidente, con esos rostros demudados. El uno pidiendo perdón; y el otro, visiblemente afectado por el enojo creciente de gran parte de la opinión pública que ve, también con preocupación, cómo se va resquebrajando un régimen fundado en arenas movedizas. Y digo que la gente ve con preocupación lo que está ocurriendo hoy, pero también lo que pueda ocurrir después. ¿“El diluvio”, como dijo Luis XIV? Mientras tanto, los indígenas van a seguir su marcha hasta La Paz, si los misteriosos fantasmas de la represión se lo permiten. Y el Gobierno seguirá tambaleándose entre arrepentimientos tardíos del Sr. Presidente y renuncias y despidos de ministros por “cuestión de conciencia”.// Publicado en La Razón

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