Bolivia despidió con rezos, cantos y plañideras al espíritu de sus muertos

Todos Santos en Bolivia

Nov 3, (Jornada net).- El pueblo creyente de Bolivia despidió a medio día de ayer martes con rezos, cantos y plañideras al espíritu de los que han partido del mundo terrenal y que volverán el próximo año para morar en sus hogares, según dice la tradición de la fiesta de los Muertos y Todos los Santos, que se celebra hace séculos el 1 y 2 de noviembre.

De acuerdo con la tradición hispano cristiana cruzada por la cosmovisión andina, el "ajayu" (alma en aymara) del "ser querido" o de "los que se fueron" o partieron al más allá desciende por espacio de 24 horas, entre el mediodía del 1 y el 2 de noviembre, para visitar a sus familiares.

El amauta andino, Edmundo Pacheco, señaló que las almas que fueron recibidas en sus hogares con mesas "bien servidas", con abundante comida y bebida, "regresarán a la eternidad llevando las ofrendas y los rezos".

"Se les ofrenda lo que a nuestros espíritus les gustaba en vida y se les hace pedidos y se les cuenta las penas y amarguras para que el alma se los lleve y pueda ayudar a su familiar", indicó.

En esa línea, los bolivianos elevan altares floridos, velas y abundantes panes, comida y bebida para que las almas disfruten de esos manjares.

Al mediodía del 2 de noviembre, se despide al alma con rezos y cantos y se divide los panes, las frutas y dulces entre los presentes, que deben elevar una plegaria y pedir "que se reciba la oración".

La tradición culmina con una visita al cementerio, donde descansan los despojos de los seres que han partido, y en el que los "resiris" y las plañideras oran por las almas y reciben como pago panes y frutas, a veces metálico.

La tradición dicta que los muertos retornan al lecho de la eternidad a mediodía del 2 de noviembre, después de reconfortarse con los vivos.

La celebración de los Santos y los Muertos se encastró en la tradición de los latinoamericanos con la llegada de catequistas españoles el siglo XVI.

Con el paso del tiempo se convirtió en una práctica fuertemente impregnada por el sincretismo pagano religioso.

La población creyente de Bolivia, de mayoría católica, aunque su carta constitucional consagra la libertad irrestricta de cultos y un Estado laico, peregrinaba el martes por al menos 400 necrópolis en los 338 municipios bolivianos, entre ellos las sedes de las nueve ciudades capitales, donde, además de los cementerios públicos, la mayor parte construidos a finales del siglo XVIII o principios del XIX, han proliferado camposantos privados, del tipo estadounidense, como así clandestinos, luego homologados por autoridades comunales.

El Día de los Muertos también recuerda en Bolivia a la matanza de civiles que resistieron la instauración del gobierno dictatorial del entonces coronel Alberto Natush Bush, el 2 de noviembre de 1979.

El episodio, uno de los reflejos de la accidentada vida política boliviana, se conoce como la masacre de Todos Santos en que al menos 200 civiles perdieron la vida en las calles a manos del Ejército.

Bolivia vivió 18 años a merced de gobiernos militares a contrapelo de la Constitución entre 1964 y 1982.

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