El racismo es una estructura de larga duración, que en Bolivia surge en la Colonia y perdura hasta nuestros días. Este fenómeno tiene que ver con el acto de la conquista (de los españoles en América) y el conjunto de las estructuras formadas en el mundo colonial.
Según el historiador Gustavo Rodríguez, estas estructuras establecen de principio una aparente superioridad cultural española, en los ámbitos religioso, cultural y físico.
Durante la Colonia se consideraba a los indígenas seres inferiores e incluso, las clases dominantes se preguntaban si éstos tenían alma o formaban parte de algún sustrato humano.
Esta mentalidad colonial, según el historiador, continuó con el nacimiento de la República, y “hay ciertas razones para pensar que se desarrollaron esquemas mentales de representación mucho más agresivas contra el mundo indígena”.
DESTRUCCIÓN
Para las oligarquías criollas, herederas del acto independentista, el mundo indígena es siempre bárbaro, sin argumento, y no hay nada (valioso) para tomar de él para construir la nueva nación, ni su vestimenta, ni su idioma, ni su baile.
“Al contrario, no sólo que no hay que tomar nada de ese mundo sino que hay que destruirlo”, afirma Rodríguez.
El racismo y la discriminación, según el historiador, son palpables cuando se prohíbe, por ejemplo, que las bandas municipales, a fines del siglo XIX interpreten música indígena en la Plaza Principal o que los indígenas bailen en este lugar.
Este escenario es conocido como Social Darwinismo, porque aparentemente hay una raza superior y otra condenada a desaparecer por tener inferioridad en sus elementos culturales y en sus rasgos biológicos.
“La pregunta que surge entonces es si biológicamente el indígena está preparado para la vida republicana. Y la respuesta es no”, apunta Rodríguez.
En esa época se creía que el cerebro del indígena era más pequeño que el de los blancos, por lo tanto no era capaz de comprender los fenómenos políticos como la democracia y estaba condenado a desaparecer.
“Ésa es la idea que va a predominar en la República de finales del siglo XIX y principios del XX”, apunta.
DIFERENCIAS
Explica que hubo una gran diferencia entre los indígenas del oriente y los del occidente.
En el caso de los primeros se ejecutaron acciones de exterminio, al igual que sucedió en Chile y Argentina.
La situación fue diferente con el indígena del occidente porque las clases dominantes lo requerían como fuerza de trabajo.
La idea de las élites era recibir olas de migrantes de Europa para reemplazar a los indígenas, pero eso nunca sucedió. Los migrantes europeos se afincaban en Chile, Argentina y Brasil, no así en Bolivia.
“Las clases dominantes querían reemplazar a los indígenas por estos migrantes porque los consideraban ineptos e incapaces”, asegura Rodríguez.
REVOLUCIÓN DEL 52
El gran paradigma de la revolución nacional del 52 nace bajo la idea de “homogeneizar” a las razas, basado en el mestizaje, a través de la fusión de las razas.
“Esto implica el desarrollo de la escuela y la implementación del castellano como idioma, que aparentemente eliminaría lo indígena o criollo”, apunta Rodríguez.
Esta fusión no era solamente física sino también cultural “proyecto que funcionó en buena medida”.
El historiador agrega que aparentemente este “mestizaje” había resuelto el problema del racismo y de la discriminación, porque se lograba una nación homogénea; pero no fue así.
El fracaso se debe a que el proceso (el mestizaje) se impulsó desde la perspectiva criolla blanca y no así desde el sector indígena.
Además, ese hecho no logró eliminar el racismo porque esta práctica pervivió, pese a que hubo una fusión de razas.
La idea de lo indio como sinónimo de retrasado, o una rémora para el progreso de Bolivia permanecía.
Asimismo, desde los años 70 hay una fuerte emergencia indígena que plantea la necesidad de la afirmación de la diferencia, y en ese marco ven que su situación es desigual, por lo que exigen al Estado una relación de igualdad para no ser perseguidos, separados ni condenados solamente por el color de su piel, la forma de su rostro, su vestimenta o su idioma.
SERES INFERIORES
Según un estudio de José Luis Gareca, del colectivo Somos Sur, más allá de la pugna política e ideológica contemporánea, hoy el tema del racismo resurge con fuerza “como si hubiéramos retrocedido a tiempos de la Santa Inquisición”.
Gareca menciona que a lo largo del período colonial, los conquistadores necesitaban justificar su conquista, donde destacaba que ello era posible porque se trataba de “gentes inferiores”. Y, bajo el amparo de la Iglesia se pretendía redimirlos ante Dios, por medio del trabajo.
Otro ejemplo de discriminación, según Gareca, es una larguísima diatriba que Tomás Ortiz envió al Consejo de Indias contra los indios caribes:
“Los hombres de tierra firme de Indias comen carne humana, y son sodomíticos más que ninguna otra generación. Ninguna justicia hay entre ellos, andan desnudos, no tienen amor ni vergüenza, son como asnos, abobados, alocados, insensatos...”.
Sobre la raza indígena, el mismo Alcides Arguedas -cita Gareca- considera que “la pobreza y atraso de Bolivia se debe a la falta de sangre europea que fluya por nuestras venas”.
Vía: Opinión
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