La educación como un camino para preparar a la infancia y la adolescencia en las labores exigidas por la industria. Para el sociólogo Erick Jurado, esa sigue siendo la premisa estatal para la escuela en el país, donde la desigualdad no ha permitido abrir la escuela, con todos sus beneficios, a todos los sectores sociales del país.
Uno de los efectos de la pandemia de la COVID-19 es la suspensión de las labores escolares presenciales, que ha llevado al gobierno boliviano a anunciar la anterior semana que este año habrá una promoción automática de los estudiantes al siguiente curso. En vista de la proximidad de las elecciones nacionales, que también van a definir los nuevos rumbos para la educación, es importante pensar ¿qué necesidades tiene el sistema educativo ahora?
Erick Jurado habla de problemas que van más allá de la Ley Avelino Siñani Elizardo Pérez, vigente desde 2010, y más allá de necesidades complementarias, como el acceso a la tecnología.
Formados para trabajar
Empezar por la base que sustenta a la escuela, propone Erick Jurado, director de AIPE, quien explica que el primer gran problema es que la escuela actual es todavía el resultado de la revolución industrial y el iluminismo europeo. La universalización de la educación como un mecanismo igualador de los distintos estratos de la sociedad para su posterior incorporación en el ansiado proceso de industrialización del país, “eso no se ha superado” en América Latina.
Esa concepción de la escuela, que ha persistido a lo largo de todas las reformas a la educación, “lo único que hace es masificar a las nuevas generaciones e incorporarlas a un sistema económico de producción que se denominaba capitalista”, y generar la desigualdad entre el sistema educativo y el desarrollo de la sociedad.
La teoría educativa
¿Qué se quiere de la educación? La primera respuesta es “que nuestros hijos estén preparados para los desafíos de la economía del siglo XXI”, dice Jurado, antes de aclarar que eso se contradice con la realidad de la población que tiene necesidades para resolver al día. La segunda respuesta es “que nuestros hijos estén enganchados a mundo global, pero respetando su identidad”.
En ambos casos la teoría educativa no ha sido capaz de satisfacer esas demandas y necesidades de la población, aunque puedan parecer contradictorias, respecto de la educación de las futuras generaciones.
La desigualdad
Jurado dice que Bolivia tiene regiones que crecen más rápido, regiones abandonadas, sectores con pobreza extrema, acceso a derechos y recursos en centralidades regionales. “Se supone que la educación es un igualador social. Desde la lógica de la revolución industrial se quería un ciudadano con necesidades básicas satisfechas para incorporarse al sistema productivo --explica. Pero en Bolivia eso no ha logrado concretarse”.
La desigualdad en la educación está a simple vista. Para comenzar no existe una sola educación, sino un sistema de alta calidad para una porción de la población, un sistema público dividido regionalmente, un sistema mixto entre público y privado impulsado por la iglesia católica y educaciones religiosas.
“Parece ser muy moderno, pero con las necesidades de transformación social que tiene el país, con necesidades de volver a equilibrar la desigualdad, eso tiene que ser una política de Estado que realmente iguale a la población, a partir de eso se puede tener un potenciamiento de las diferencias”, explica Jurado.
El hecho es que solo una revisión de las historias educativas de los gobernantes del país (ministros, directores) muestra todavía en ellos la prevalencia de una formación exclusiva. Jurado explica que esa falta de homogeneidad del sistema y la desigualdad en la sociedad hacen que un individuo en busca de éxito académico y luego laboral tenga un camino complicado.
La Ley Avelino Siñani Elizardo Pérez, ahora con diez años de vigencia, plantea la descolonización entre sus planteamientos. Jurado dice que un indicador de la descolonización es la homogeneización de la sociedad, en términos de derechos y de oportunidades, y ese proceso no ha comenzado.
Aún vivimos una descalificación por origen, por región, por sexo, que sumada a la persistencia de los sistemas educativos mencionados, configuran un fenómeno social donde los postulados de las leyes de educación no han anclado.// PIEB
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