Tarija: Calamuchita y San Isidro, la prosperidad hecha de uvas

En estas campiñas   las tardes se arrullan con el viento que mece las hojas de los viñedos. Esta  región tarijeña se caracteriza por generar la mayor producción de uva de Bolivia. La dedicación de los viticultores ha hecho posible que apuesten  por un futuro  próspero gracias al cultivo  de fruta y la elaboración de  sus derivados.

Para el ingeniero agrónomo Romer Tórrez,  como para la mayoría de los habitantes de Calamuchita,  la viticultura es el sinónimo de toda su existencia.

  “Nuestros antepasados ya se dedicaban a esto, pero desde hace algunos años se ha mejorado en  la infraestructura, en las variedades y el manejo de la vid (...). En 20 años las cosas han cambiado mucho, las familias tienen mayor solvencia económica. En el pasado, la producción de uva no era tan mecanizada”, comenta Tórrez. Poblaciones tarijeñas

El agrónomo estima que en Calamuchita por cada hectárea se producen entre 400 y 450 quintales de uva, cada quintal con 46 kilos. La implementación de tecnología, control fitosanitario y las características del Valle Central de Tarija  han sido claves para mejorar su productividad. 

Alrededor de    400 afiliados forman parte del Sindicato Agrario de Calamuchita. Ellos cultivan gran parte de las   uvas que se comercializan en el mercado local y se trasladan a La Paz, Santa Cruz, Chuquisaca y Cochabamba.

Imar Sanguino es viticultor de San Isidro,  municipio de Uriondo.  Otra característica que considera importante,  para el desarrollo económico en  las localidades del Valle Central de Tarija,  es que los viticultores pueden acceder a  créditos con bajos intereses y, de esta forma,  invertir en infraestructura, ampliar cultivos  e implementar nuevas tecnologías, que ya están en uso en otros países.Poblaciones tarijeñas

Sanguino pertenece a la Asociación de Productores Ecológicos de Tarija, integrada por 37  familias de San Isidro y comunidades del municipio de Uriondo.

“Algo que nos ha ayudado mucho en San Isidro es colocar mallas antigranizo. Si bien es una zona ideal para la viticultura, este fenómeno natural afecta bastante a  diferentes zonas. En  noviembre pasado, ha ocasionado la pérdida casi total de los cultivos de  algunos productores”, indica Sanguino.

    A pesar de ello este viticultor admite que no cambiaría su oficio  porque, además  de generar su propia  fuente de trabajo, puede crear fuentes de empleo  para personas que llegan desde diferentes zonas de Tarija y otros departamentos vecinos.

La apuesta al futuro

Si bien la calidad de vida de las  poblaciones como Calamuchita y San Isidro ha  progresado gracias a la viticultura, sus habitantes consideran que la experiencia que brinda su cultivo, los paisajes y la gastronomía local son potenciales oportunidades para atraer el turismo.  

La belleza natural de Calamuchita se fusiona con  las  350 a  400 hectáreas destinadas a la viticultura, según  calcula Tórrez.  En ellas se cultiva desde la tradicional variedad Moscatel de Alejandría y Red Globe hasta las llamadas variedades tempraneras como la Thompson y Aurora, entre otras.Poblaciones tarijeñas

Por supuesto, no se puede visitar la región y dejar de probar el vino y singani  de las bodegas artesanales. “Hay muchos atractivos naturales, pero últimamente en Calamuchita no se está viendo emprendimientos que fomenten  el turismo”, añade Tórrez.

  La gastronomía y el sabor

Claudia Ortega, viticultora de San Isidro,  municipio de Uriondo, concuerda con Tórrez. Por ello, ha decidido fomentar el turismo comunitario que tenga a los cultivos y  la producción de vino como protagonista, pero que se complemente con  la gastronomía local y la elaboración de los derivados de la uva. 

La experiencia se complementará con los  paisajes naturales ubicados a menos de  media hora, desde la ciudad de Tarija. 

“Tenemos una casa rústica,  que perteneció a los abuelos de mi esposo,  rodeada de ‘cerritos’  al pie del río, ideales para hacer  paseos. Hemos puesto nuevas  viñas, entonces tenemos todo para ser un destino  ideal para que nos visiten los turistas”, anima  Ortega.

La emprendedora asegura que es uno de los primeros emprendimientos de este tipo en San Isidro.  A diferencia de otros destinos en Tarija, que ya tienen una oferta turística similar mucho más consolidada.

Para ello, la familia  elaborará paquetes para que los visitantes  recorran los viñedos en los que produce las variedades Italia, Red Globe, Cardenal, Thompson y, por supuesto, la Moscatel de Alejandría. Poblaciones tarijeñas

Además ofertarán paquetes  para que los visitantes participen  en  la época de vendimia, un atractivo  muy  popular en la región.

Lluvias y cambio climático

No obstante, estas  pujantes comunidades no se libran de la temporada de  lluvias y de las granizadas que  en los últimos años se  han tornado  cada vez más impredecible, situación  que no es ajena a  la sequía. Según Tórrez, esto se debe en gran medida  al cambio climático.

  “Por ejemplo, estas últimas semanas ha llovido como ocho a 10  días seguidos y eso nos desfavorece bastante (...). Últimamente cuando comenzamos la vendimia hay mucha lluvia”, dice Tórrez.

Sin duda, las lluvias de enero y febrero de este año, en otras zonas de Tarija  como Camargo, han ocasionado la pérdida de casi la totalidad de la producción.

Otra de  las preocupaciones de productores como consumidores es el uso de químicos para controlar las plagas. Sanguino explica que la Asociación de Productores  Ecológicos de Tarija está implementando varias prácticas con insumos naturales para disminuir el uso de “pesticidas”, que en la última década  se ha reducido.   

  Los productores concuerdan que dedicarse a la viticultura es una actividad que demanda mucha inversión y que el mayor perjuicio que enfrentan es  la  “competencia desleal” de las uvas que ingresan  al país ilegalmente  desde Argentina, Perú y Brasil.

Los viticultores de Calamuchita  y San Isidro instan a los bolivianos a consumir las uvas que se cultivan en el país, en lugar de  las de contrabando;  también invitan a todo aquel que quiera conocer el esfuerzo que demanda dedicarse a este rubro y conocer sus campiñas y paisajes idílicos.    

“La gente es muy acogedora y amable y estamos siempre dispuestos a recibir a los visitantes con mucho cariño.  Esperamos a todos para que nos visiten durante la vendimia, que será en marzo próximo”, concluye Ortega.// Página Siete

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