Los almuerzos en la familia Muñoz no fueron los mismos durante semanas luego de que el mayor de sus hijos perdiera el último año del colegio. La tensión que se generó en la casa era tan fuerte que casi se podía palpar. Los padres habían puesto en él sus máximas aspiraciones: que sea mejor, en todos los sentidos, de lo que eran ellos.
Cuando supieron que Róger no terminaría el colegio en el 2003, como estaba previsto desde que nació, sino el 2004, llegó la frustración y el drama familiar. Él tenía miedo de la reacción de sus papás, tardó en ir a su casa con la libreta que lo calificaba como un estudiante ‘reprobado’, su madre lloró y su padre, después de lanzar una sarta de insultos, cumplió con la amenaza que le había hecho meses atrás de mandarlo a un colegio que tenía fama de albergar a todos los ‘fracasados’. Doce años después, Róger es profesional, ocupa un cargo importante en una entidad pública y se considera una persona exitosa. “Al final, creo que me hizo bien, aprendí más, me hice responsable y conocí gente nueva”, dice mirando para atrás.
Como en su caso, miles de chicos atraviesan cada año la misma tragedia y para que la pérdida del año escolar no se convierta en el fin del mundo, una sicóloga, con especialidad en orientación familiar, explica cómo deben reaccionar los padres en una sociedad en la que se tiende a satanizar el fracaso.
Hablar y no ahogarlos
“Como papás debemos escucharlos y tener presente que todos hemos cometido errores”, explica Ruth Pareja y señala que se debe considerar las causas que propiciaron que el estudiante se aplace de año para poder ayudarlo a superar ese momento.
Si bien reprobar el año tiene un gran significado para los padres, que suelen verse defraudados por las expectativas que tienen de sus hijos, son los estudiantes los que se llevan la peor parte. Aunque cada quien reacciona de manera distinta, la mayoría siente inconformidad, rabia, tristeza, temor a la reacción de los padres, suelen perder ilusiones y sentirse frustrados por no haber cumplido sus metas.
Para evitar el drama, pero tampoco tomar a la ligera la pérdida del año escolar, recomienda establecer nuevos límites y reglas que signifiquen la consecuencia de lo sucedido para el estudiante. Suspender vacaciones familiares o fijar castigos en los que toda la familia se ve afectada “de ninguna manera sería lo mejor”.
¿Cambiarlo de colegio?
Muchos papás amenazan a los hijos con cambiarlos de colegio para separarlo de sus amigos y favorecer, de esa forma, el estudio. Pero la especialista aconseja tomar esa decisión con el hijo “porque a veces una de las cosas que propicia que se produzca la pérdida del año escolar, es que el ambiente dentro del colegio no es el más adecuado”.
Mirar atrás
Los padres deben evaluar cuáles fueron las causas que ocasionaron la reprobación del año y mirar el escenario en su totalidad porque “no es sensato atribuirle toda la responsabilidad al estudiante o al colegio”, explica Pareja.
Por un lado, se debe tomar en cuenta las dificultades académicas, la falta de disciplina, ver si hubo problemas de salud o dolencias físicas. Por otra parte, se deben considerar aspectos fundamentales que tienen origen en la casa, como peleas de los padres, fracasos económicos, la pérdida de seres queridos o la falta de supervisión.
También es un momento para que los padres analicen su rol y cómo siguieron el desempeño del estudiante durante el año, si detectaron a tiempo las dificultades y qué hicieron para apoyar a su hijo. “Como papás estamos en la obligación de ayudarlos a tener un mejor rendimiento”, asegura Pareja.// El Deber
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