“Compañeros marchistas es imposible romper el cerco militar”, advirtió Filemón Escobar el 28 de agosto de 1986, cuando era secretario general de los trabajadores de Catavi. La Marcha por la Vida pretendía llegar a La Paz para evitar la “relocalización” de mineros.
Este llamado a la retirada implicó la caída del poder sindical de los trabajadores del guardatojo que se movilizaron para protestar contra el decreto 21060, promulgado el 29 de agosto de 1985, por Víctor Paz Estenssoro y que implicaba el despido de al menos 27.000 obreros de las empresas mineras del Estado.
La travesía comenzó el 21 de agosto, cuando se realizó un ampliado en la avenida Cívica Sanjinés Vincenti, en Oruro, donde los mineros asalariados de la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol) determinaron marchar en rechazo al Plan de Estabilización del gobierno.
Un día después, gremiales, campesinos llegaron a Panduro el 24 de agosto. Obreros de todos los centros mineros se plegaron a la movilización cuando la marcha pasó por la localidad de Konani. El 25 del mismo mes, el Gobierno decretó la descentralización minera de la Comibol.
Antes de que los movilizados se instalen en Patacamaya, uniformados de la guarnición de esta localidad revisaron a la comitiva de trabajadores para ver si llevaban dinamitas o algún arma de fuego. Mientras titulares de periódicos aseguraban que la marcha cumpliría su objetivo de llegar a La Paz, el 27 de agosto, entre la ruta de Ayo Ayo y Calamarca, la cantidad de marchistas se incrementó con la participación de estudiantes de la Universidad de Siglo XX y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).
El ministro del Interior de entonces, Fernando Barthelemy, un día antes decía que la movilización “era justa”. Al día siguiente afirmabó que los mineros pretendían “el derrocamiento del presidente”, Paz Estenssoro.
Ya en Calamarca, distante a 67 kilómetros de La Paz, los militares cercaron a los trabajadores el 28 de agosto. Al amanecer, tanques y carros de asalto, además de 2.000 efectivos de las Fuerzas Armadas llegaron a esa zona para frenar el avance de la ya llamada Marcha por la Vida.
El Gobierno declaró ese mismo día estado de sitio, mientras que el exsecretario ejecutivo de la COB y dirigente del Partido Comunista de Bolivia (PCB) Simón Reyes Rivera junto con Escobar pidieron a los mineros retroceder. Estaban desarmados y querían evitar una masacre.
La Tesis de Catavi, que fue aprobada el 9 de mayo de 1986 por el Sindicato Mixto de Trabajadores de Catavi (Norte de Potosí), fue el instrumento político que impulsó la marcha. El documento planteó como eje la lucha contra el imperialismo y exigía la anulación del Decreto 21060.
El colapso del precio internacional de estaño en el mercado de Londres fue el mayor detonante de la decisión gubernamental de desactivar la minería estatal que el propio MNR creó con la nacionalización de las minas del 31 de octubre de 1952. En octubre de 1985, los precios internacionales del estaño se desplomaron a tal punto que carecían de cotización en el mercado de metales de Londres, el más grande del mundo.
“A ellos (los mineros) no les interesa que el estaño que producimos, con un costo promedio de $us 10 la libra fina, se venda en el mercado internacional a $us 2,48 dólares”, afirmó el presidente Víctor Paz Estensoro.
Movilización minera dejó un legado a la lucha social
“Bolivia se nos muere”, sentenció Víctor Paz Estenssoro el 29 de agosto de 1985 poco antes de promulgar el Decreto 21060. Un año después, 8.000 trabajadores se lanzaron en la Marcha por la Vida para rechazar la norma que dejó un legado de “lucha social” a las actuales organizaciones.
“A mis 21 años participé de esa marcha y me tocó estar como dirigente estudiantil de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)”, contó el viceministro de Coordinación con los Movimientos Organizaciones Sociales, Alfredo Rada. Recordó que se unió a la movilización social desde la localidad de Patacamaya junto con varios estudiantes del territorio nacional.
Para el secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), Guido Mitma, la Marcha por la Vida fue una “lucha por la vida o muerte de los trabajadores y toda la clase proletaria”. Destacó la proeza de los mineros, quienes encabezaron la histórica medida, siendo una de las pocas organizaciones que le hacía frente al Estado neoliberal en ese entonces.// La Razón
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