Sonrojarse, bostezar, tener hipo o que nos "crujan" los huesos son reacciones involuntarias del cuerpo que nos suceden en el día a día. Son movimientos tan habituales, que ni si quiera nos preguntamos a qué se deben. El diario ABC se hace eco de una publicación del portal Magnet, que ha recogido las explicaciones de todos estos fenómenos que ocurren en nuestro cuerpo.
¿Por qué nos sonrojamos?
Sonrojarse es una reacción natural que no entiende de culturas. Sucede ante situaciones imprevistas y ridículas o cuando alguien o uno mismo tiene un comportamiento del que siente vergüenza. Cuando nos avergonzamos, el cuerpo libera adrenalina, que actúa como estimulante natural, acelerando nuestra respiración y ritmo cardiaco. De esta forma, los vasos sanguíneos se dilatan para mejorar el flujo de sangre y oxígeno y eso acaba traduciéndose en un cambio en el color de la piel.
¿Por qué bostezamos?
Bostezar es otra de las reacciones involuntarias de nuestro cuerpo más habituales. ¿Por qué abrimos desmesuradamente la boca e inspiramos durante un rato? La respuesta no es unánime entre los científicos. Una de las causas de este comportamiento motor está relacionado con nuestra capacidad de empatía. Dependiendo del grado que familiaridad que sintamos hacia alguien, los bostezos se hacen más contagiosos.
Una de las últimas hipótesis, publicada en «Physiology & Behavior», sostiene que bostezar en realidad sirve para refrigerar el cerebro, lo que supone una mayor eficiencia y activación mental.
La piel de gallina
Cuando la temperatura exterior es baja el vello capilar se eriza. Ocurre en toda la superficie pilosa, salvo aquella que cubre los genitales, las manos o los pies. En la raíz del vello, bajo la piel, se esconde un pequeño músculo erector del pelo, al contraerse crea una capa de aire alrededor del cuerpo que lo protege del frío.
La «piloerección», como se llama en el ámbito médico a lo que comunmente se conoce como «piel de gallina», es un vestigio evolutivo que recuerda a la piel de las aves cuando las despluman. Según explica el psicólogo y zoólogo de la Universidad de Guelph, George A. Bubenik en la revista «Scientific American» heredamos la piel de gallina de nuestros ancentros como reacción a situaciones que nos causan emociones extremas. Muchos animales comparten este rasgo con nosotros. Por ejemplo, a los gatos se les eriza el pelo cuando se pelean o se sienten amenazados, aumentando su tamaño coropral y mostrándose más agresivos.
Reir hasta llorar
Muchas veces, ante una situación que nos hace gracia, la risa acaba dando paso al llanto. Se trata de una señal de que el cuerpo esta volviendo a la normalidad. Al ser tanto la risa como el llanto dos excitaciones extremas, después de largas carcajadas, las lágrimas indican que el cuerpo vuelve a la normalidad.
El «crujir» de los huesos
A menudo al movernos escuchamos un ruido procedente de nuestros huesos y articulaciones. Comunmente se suele pensar que dicho sonido se debe a una fricción entre los mismos. Sin embargo, si nuestro cuerpo «cruje» pero no nos duele, se trata simplemente de una crepitación. Este sonido puede asustar, y aunque puede ser síntoma o aviso de una patología, en la mayoría de los casos el sonido suele venir por los gases (oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono) que forman parte del líquido sinovial (lubricante natural de las articulaciones).
¿Por qué tenemos hipo?
El hipo es quizás la reacción involuntaria más desagradable de todas, y su causa se debe a la irritación del diafragma. Este desciende cuando inhalamos para que los pulmones se llenen de aire, y asciende cuando exhalamos. Cuando se produce una descoordinación entre la entrada del aire por la laringe y el ritmo del diafragma, la respiración se hace diferente, y es cuando oímos ese sonido característico del hipo.// El Deber
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