Muchos bolivianos en el exterior han tropezado con malos intermediarios de su inversión que los llevaron al fracaso, según cuentan los entrevistados.
“Por cinco años envié dinero a mi pareja y lo malgastó”, es la experiencia de Leticia Rosales quien migró a España y terminó sin dinero y con la familia desintegrada.
Leticia, junto a su pareja que se quedó en Bolivia, planificó trabajar para comprar lote y construir su casa.
“Mi esposo me decía que ya compró el lote y que empiece a mandar dinero para la construcción”. Sin embargo a su retorno, no encontró ni lote ni vivienda.
“Se lo había gastado todo en viajes y mujeres”. A raíz de esta traición Leticia decidió separarse y empezar todo de nuevo, pero ahora sin el apoyo de su pareja y con la presión de mantener a sus dos hijos.
La historia de Jaime (nombre que guarda reserva de su verdadera identidad) es otra de muchas con las que migrantes bolivianos tropiezan.
Desde que se fue a España el año 2006 solo pensó en ahorrar e invertir en comodidades y servicios para su familia y dos hijos.
Junto a su esposa viajaron a España dejando a sus dos hijos al cuidado de su hermana.
Una vez estabilizados Jaime quería abrir una cuenta para depositar sus ahorros, sin embargo en su situación de migrante ilegal no podía abrir una cuenta por el riesgo de ser deportado
“Le confié todo a mi hermana y le pedí que abra una cuenta a su nombre para depositar mi dinero”, explica.
Al cabo de cinco años y cuando la crisis en Europa obligó a la pareja retornar a Boliviagrande fue su sorpresa cuando pidió que se le entregue el dinero ahorrado.
De 40 mil dólares que había enviado desde el 2006 hasta el 2010 solo tenía 10 mil. “Ella dijo que había gastado el dinero en la manutención de mis dos hijos.
Jaime demandó a su hermana pero el juez deliberó a favor de ella. “El juez le dio la razón y al poco tiempo ella apareció con dos tiendas de celulares en La Cancha”, reprochó.
La decepción abrumó a Jaime, quien intentó ponerse de pie con los diez mil dólares que le restaba.
“Saqué un préstamo de 20 mil dólares con eso más armé mi negocio pero no me fue bien, la renta venía todo el tiempo a molestarme, de rabia lo cerré”.
Jaime ahora es taxista y continúa pagando los intereses de un capital que no pudo rendir frutos.//
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