Alto Perú… 1809-1825 de las republiquetas a Tumusla

Después de los alzamientos del 25 de mayo en Chuquisaca y la revolución del 16 de julio en La Paz, el Alto Perú va camino a su independencia de la corona española. Se inicia un camino duro y agreste, nace una guerra de desgaste con derramamiento de sangre de españoles, mestizos, indígenas y negros.

Hace unas semanas recordábamos la revolución paceña del 16 de Julio y su relación íntima a los sucesos de mayo de 1809 y la batalla de Chacaltaya del 25 de octubre del mismo año que fue la primera conflagración bélica donde se organizó un verdadero ejército altoperuano (pese a la pobreza del mismo).

Es importante enfatizar en el estudio de nuestra historia, que fueron 16 años de una verdadera Guerra de Independencia; y no como algunos historiadores afirman que “el Alto Perú sólo tuvo que esperar a la llegada de los Libertadores venezolanos para lograr su independencia”.
Alto Perú… 1809-1825 de las republiquetas a TumuslaDespués de las famosas ejecuciones del 29 de enero de 1810, donde murieron los revolucionarios de La Paz encabezados por Murillo, existieron en el curso del año varias otras, además de destierros perpetuos, confiscación de bienes, azotes, encarcelamientos, prohibición. Fueron alrededor de 2.000 patriotas de las distintas clases sociales que participaron y estuvieron implicados en la Revolución de Julio de 1809 y, por lo tanto, también sentenciados, como diría el propio Brigadier José Manuel de Goyeneche y Barreda en sus memorias: “Resultó que las tres cuartas partes de la ciudad estaban comprometidas con la traición” (Archivo del Conde de Guaqui).

Entonces, podemos establecer que el proceso historiográfico, conocido como Guerra de la Independencia, no fue la labor de unos cuantos, sino que participaron los distintos estratos culturales, económicos y sociales del Alto Perú, desde los doctores de Charcas, los ideólogos paceños, el bajo clero criollo y mestizo, los acaudalados comerciantes que costearon los altísimos gastos que significó esta empresa y, por supuesto, los guerrilleros de las “republiquetas” y de las ciudades importantes, que en distintos momentos se alzaron contra el régimen colonial.

LAS GUERRRILLAS
Un aspecto crucial en el análisis de la independencia de Bolivia es el rol que desempeñó el movimiento guerrillero, también llamado el de las “republiquetas”. Esta denominación, que probablemente se debe a Bartolomé Mitre, ha sido adoptada para significar la existencia de territorios controlados por caudillos y montoneros que lograron imponer allí su autoridad y su ley a despecho de la dictada por las dos cabeceras virreinales enfrentadas en una cruenta guerra.

¿Son las “republiquetas” un anticipo de la Bolivia independiente y los jefes guerrilleros precursores de ella? ¿Es sólo a partir de este hecho que empieza a surgir en suelo de Charcas un sentimiento nacional o de pertenencia a sí misma?

El fallecido historiador José Luís Roca en su libro “Ni con Lima ni con Buenos Aires” expresa lo siguiente: “En realidad, el movimiento guerrillero es sólo un hito del proceso que va a culminar con la formación de un Estado independiente en 1825”.

Es importante establecer que al fenómeno conocido históricamente como “Guerra de Guerrillas” le precede la creación de la Audiencia y todos los esfuerzos que ésta hace para lograr un mejor status dentro del imperio español. Lo notable es que el ámbito sobre el que se va a establecer la Audiencia (Kollasuyo y Antisuyo incaico) dará origen a la Bolivia andina y a la amazónico-platense.

El hito posterior a las guerrillas, y el último del proceso formativo del Estado, es la constitución de la logia patriótica, compuesta por próceres civiles que logran persuadir a Bolívar a dar paso a la República.

NUEVAS CONSIDERACIONES
Tumusla es un combate poco conocido en Sudamérica, su importancia radica en haber sido la última acción armada de los españoles en América del Sur (gran simbolismo).

Como consecuencia de las victorias americanas en Junín, el 6 de agosto de 1824, y Ayacucho, el 9 de diciembre del mismo año, España perdía definitivamente los territorios de Ecuador y Perú donde, por más de tres siglos, había extraído grandes riquezas para la Corona. Previamente, como consecuencia de las “Guerras por la Independencia”, abandonó el entonces Virreinato del Río de la Plata, las Gobernaciones de Paraguay y Montevideo y la Capitanía General de Chile.

Por disidencias internas entre los comandantes españoles, las tropas del monárquico absolutista Pedro Antonio de Olañeta no habían participado dentro del bando realista en las batallas de Junín y Ayacucho y por eso se encontraban intactas en territorio altoperuano.

El triunfo americano en estas batallas y la capitulación incondicional del 9 de diciembre de 1924, dan argumentos sólidos para afirmar que el grueso del ejército realista había sido vencido.

Posturas revisionistas
Hoy existen varias versiones de este episodio en la historia, que dicen:
1º “Tumusla fue la última batalla en la que se puso fin al yugo español”.
2º “Tumusla fue la última acción armada de los españoles en América del Sur”.
3º “Bolívar no libertó el Alto Perú, sino fue el Coronel Medinaceli”.
4º “No hubo una batalla en Tumusla, sino un motín”.
5º “No importa si hubo batalla o no en Tumusla, lo importante es que en esa jornada se produjo el último disparo en contra del coloniaje español”.

¿QUIÉN FUE OLAÑETA?
El brigadier general Pedro Antonio de Olañeta fue un hombre muy conservador, absolutamente católico y leal a la Corona de España. Nacido en la provincia de Vizcaya en 1789. Una vez que estuvo en Salta se dedicó al comercio de forma exitosa, sobre todo en el Virreinato de la Plata y especialmente entre Potosí y Buenos Aires. Desde 1810 sirvió al ejército realista y fue ascendido a general después de la batalla de Viloma.

Se hizo famoso por sus entradas triunfales en la ciudad de Salta, en 1817, 1820 y 1821. Las circunstancias que rodean a la muerte de Olañeta el 1 de abril de 1825 en Tumusla, aún no están esclarecidas.

ANTECEDENTES
La Revolución de Cádiz de 1820, llamada también la “Revolución Liberal”, dirigida por Rafael de Riego, había impedido el envío de una gran expedición de tropas coloniales con destino al Río de la Plata.Fernando VII era obligado a someterse a la nueva Constitución Liberal. Por tanto, fueron los asuntos internos de España que también incidieron en el desgaste y la no renovación de efectivos militares leales a la Corona, que tanto se necesitaban.

La 1ra. versión del Cnl. Medinaceli dice que “(...) existió una batalla en las cercanías del río Tumusla la cual ganaron los patriotas; el combate se inició a las 3 de la tarde y concluyó a las 7 de la noche. Olañeta contaba con 32 oficiales, 1.700 soldados; Medinaceli contaba con 26 oficiales, 30 artilleros y 360 hombres de caballería y 1.300 soldados. En esta acción murió el General español Olañeta.”

La 2da. versión, también de Medinaceli relata que “Olañeta murió por un disparo hecho por la espalda; Olañeta habría rodado por el cerro; horas antes hubo un motín de los que aún estaban con él. El que le habría disparado era un teniente 2do. en venganza porque Olañeta habría violado a la esposa de éste el 25 de enero del mismo año”.

Otros autores se refieren de la siguiente manera: Francisco Bourdett O`Connor, en sus memorias de 1869 escribe: “La presencia de los vencedores de Ayacucho incrementó la defección de numerosos jefes realistas. ...me encontraba encabezando la vanguardia del Ejército Libertador buscando al Gral. Olañeta para mostrarle el acta de capitulación de Ayacucho y demandar su rendición; apenas transcurridas tres leguas en mi marcha, recibí un parte del teniente coronel Medinaceli en el que me comunicaba que el 1 de abril, Jueves Santo, había muerto el general Olañeta, en Tumusla, en un motín ocurrido en su tropa. Hice alto allí mismo y me regresé a la ciudad de Potosí…”.

Julio Ortiz Linares (abogado chuquisaqueño) se refiere en su libro que “Carlos Medinaceli Lizarazu es un patriota olvidado. El verdadero libertador de Charcas se llamó Carlos Medinaceli Lizarazu, librando la batalla de Tumusla, decisiva para sellar la independencia del país que luego se llamaría Bolivia. Él mismo tuvo la idea clara de que estas tierras nazcan a la vida republicana como una entidad distinta de Argentina y Perú....”.

Por lo expuesto, llegamos a la conclusión de que realmente existió un hecho armado, un combate. Lo que no se ha establecido todavía es “de qué magnitud fue este hecho”. La batalla de Tumusla fue el último hecho de armas en contra del ejército realista en el Alto Perú y, por lo tanto, su importancia no está en discusión.

ÚLTIMA POSTURA REVISIONISTA
En el libro: “La Familia Canterac en América”, publicado hace ocho años por la historiadora española María de los Ángeles Canterac y Barba), descendiente directa del general español José de Canterac (quien firmó la capitulación ante Sucre después de la batalla de Ayacucho), establece que sí hubo una batalla en las regiones cerca de un río llamado Tumusla, pero en ningún párrafo menciona a este hecho como Batalla de “Tumusla”, sino la “Última batalla de Potosí” (ambas se referirían al mismo hecho, del 1 de abril de 1825).

“Si la batalla de Ayacucho significó la derrota política y militar de las colonias españolas en Sudamérica, la batalla de Potosí representó un golpe aún más duro, el corte umbilical entre el cerro de Potosí y España... ¡Oh Potosí, cuanto te debe Europa” (Don José de Canterac, 1829).

En otro capítulo, referido al regreso de Canterac a España después de la capitulación, la historiadora escribe: “El Gral. de Canterac fue un hombre muy estricto y duro; pero también muy justo y su honor no podía ser mancillado (...) cuando se enteró de los hechos del Jueves Santo en Potosí (del 1º de abril de 1825) estalló en la más espantosa indignación”.

“(...) el Gral. dijo: ahora la palabra de un Canterac ya no es digna de confianza”. Pues él tenía la idea que la rendición, firmada por él y el Virrey La Serna, era definitiva y sellaba cualquier futura batalla.
Para los altoperuanos tiene un importante simbolismo Tumusla, porque “fue en el Alto Perú donde se inició la Guerra de la Independencia y fue en el mismo Alto Perú donde se puso fin a más de tres siglos de coloniaje.” Sobre Olañeta, 2 meses después de Tumusla, el rey Fernando VII (ignorando la muerte de éste) recompensa su lealtad a la monarquía nombrándolo Virrey del Perú (España estaba ya totalmente derrotada).

TRÁNSFUGIOS
A lo largo de los casi 16 años que duró la Guerra de Independencia, hubo muchos casos de cambio de bandos, como los ocurridos tras la batalla de Huaqui, cuando un grupo de patriotas cochabambinos renegaron de Castelli para llegar a entendimientos con Goyeneche. En las mismas republiquetas de Ayopaya, según los relatos de los patriotas, se registraron deserciones a favor del Virrey de Lima. Y por el lado realista lo propio, realistas que se pasaron al lado de los patriotas; el caso más notable es del batallón realista “Numancia” (donde de muy joven sirvió Andrés de Santa Cruz) el que íntegramente con jefes, oficiales y tropa pasó al lado de San Martín en el Perú.


Varios realistas, que durante la Guerra de Independencia participaron a favor del Rey, entre 1824 y 1825 (cuando la causa realista estaba perdida), resultaron “patriotas” y algunos incluso ocuparon puestos de importancia en el naciente país.// Los Tiempos.com
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