Las representaciones mentales que destacan en las noticias de prensa sobre violencia contra las mujeres muestran a las víctimas vulnerables y expuestas a un peligro, por un lado, y a los agresores casi con motivos patológicos, según un estudio que indaga en este tema en tres diarios de La Paz.
“Cuando se hablan de delitos cometidos contra mujeres jóvenes y adultas se intenta traducir esa vulnerabilidad hacia fronteras de justificación de su estado de peligro. En las notas referidas a violaciones sexuales se muestran que estas mujeres fueron víctimas de delitos producto de sus propios actos irresponsables”, dice el análisis del tema trabajado sobre las noticias de los diarios La Razón, Extra y El Alteño.
La investigación fue realizada por Rolando Mamani y es parte del libro “Un laberinto sin salida. Trayectoria e itinerario de las mujeres en la búsqueda de justicia”, que fue coordinado por Manigeh Roosta (CIDES-UMSA), con apoyo financiero de Conexión Fondo de Emancipación. El estudio, sin embargo, analiza las representaciones mentales sobre el tema en la prensa escrita, en autoridades del sistema judicial y en funcionarios de las organizaciones no gubernamentales.
En los artículos analizados se puede verificar que las situaciones descritas muestran a mujeres siendo imprudentes (al beber con sus futuros agresores o al confiar por entero en él, por ejemplo). En cambio la mirada hacia los agresores tiende a atribuirles factores patológicos y “no se escatima en el uso de adjetivos que pretenden describir el carácter anormal” de su comportamiento: “degenerado”, “psicópatas”, etcétera.
Respecto de las causas de los hechos, los artículos de prensa buscan “causas unívocas”, como el consumo de bebidas alcohólicas o el alcoholismo, los celos y la infidelidad, y otras que “rozan la trivialidad”, como el caso del titular “Un gato origina una golpiza”.
Frente a esa forma de exponer los hechos de violencia contra mujeres, niñas y niños, la perspectiva de los funcionarios de instituciones pro derechos humanos es distinta puesto que muestran “perspectivas integrales” sobre las causas de aquellos delitos, asociadas a la identificación de una idea de “violencia estructural” como base de la violencia sustentada en la diferencia de género.
Otra perspectiva con la que se aborda el problema tiene que ver con el manejo del concepto de actor nacional, “como que el agresor no solo actúa en contra de una mujer por la existencia de patrones socioculturales que le ubican por encima dentro de la estructura social, sino también por la debilidad de las instituciones que hacen que sienta que al cometer un delito existe una alta probabilidad de resultar impune”.
El libro “Un laberinto sin salida” tiene como principal trabajo el análisis de Rosario Baptista sobre el itinerario que hacen las mujeres víctimas de violencia y/o sus familias en el sistema judicial.// PIEB (BO)
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