El mundo del fútbol jamás va a olvidar el 8 de julio de 2014. Ese día la ‘tierra se detuvo’. Fue el día en que los aficionados al fútbol quedaron asombrados, sin palabras, conmocionados con lo que pasaba en el Mineirao de Belo Horizonte. El motivo era uno solo: la Alemania más brasileña que jamás se hubiera visto, humillaba en tan solo 28’ a Brasil. A esa altura del duelo le iba ganando por 5-0 ante el asombro mundial. Nadie imaginó que la primera semifinal iba a terminar con un claro 7-1.
Los brasileños, locales en esta Copa del Mundo, sabían que por primera vez, ante Alemania, no eran favoritos en su casa. Las bajas de Thiago Silva (por suspensión) y sobre todo de Neymar (por lesión) habían golpeado al grupo y al ‘torcedor’; intentaron convertir esa falencia en una fortaleza, pero no resultó, porque Alemania demostró que por encima de las individualidades está el grupo, el equipo y desde ahí comenzó a demostrárselo.
Las caretas de Neymar entre los hinchas y el entusiasmo del equipo ante el ensordecedor bullicio del Mineirao, animó al equipo solo en los primeros 7’ cuando Marcelo y Hulk, inquietaron con arremetidas por los costados. Alemania, sin perder la línea con Jerome Boateng y Mats Hummels mandando desde atrás, esperó y esperó hasta que saltó como una cobra. Tiro de esquina de Toni Kroos y solo, sin nadie quien lo marcara, Thomas Müller (11’) marcó el 1-0.
Era el principio del fin para un Brasil que quedó desnudo, sin argumentos, porque las dudas agobiaron sobre todo a David Luiz y Dante, los encargados de dar seguridad. Y a partir de ahí comenzó la catástrofe brasileña y la exhibición teutona. Uno a uno los goles fueron cayendo; Fernandinho y Luiz Gustavo perdieron siempre con un Schweinsteiger preciso, con Sami Khedira que fue un pulmón y sobre todo con Toni Kroos que fue una orquesta. El gol de Miroslav Klose (23’) que además le permitió ser el goleador de todos los mundiales, anticipaba el rosario de goles. Él remató dos veces para poner el 2-0.
Y Alemania no paró. Kroos (24’) de zurda, Khedira (25’) tras grueso error de Fernandinho y de nuevo Kroos (28’) para poner en menos de media hora un 5-0 que dejaba boquiabierto al mundo entero. Era im-pre-sio-nan-te. El Mineirao era puro murmullo y en medio de esas pálidas caras que combinaban con la camiseta que llevaban puestas, unos 2.000 alemanes vestidos de blanco que no paraban de saltar. Las imágenes de las pantallas de los periodistas en sus pupitres instalados en la tribuna mostraban solo llanto, desazón, un dolor profundo.
Los brasileños no sabían si irse, quedarse, llorar en su asiento o dar la espalda al partido. Todos se miraban, pedían una explicación sin encontrarla. En cancha, las dos caras de la realidad, con ‘Felipao’ desencajado en su banquillo mirando de reojo cómo Joachim Löw y sus dirigidos se frotaban las manos y se abrazaban. Esos últimos 15’ hasta llegar al final del primer tiempo fueron de terror, tan eternos para el local.
Cerró la tarea
El complemento comenzó simplemente para esperar su final. El concierto alemán estaba dado (rigidez táctica, dinámica para copar espacios y finalización en el área rival) y aunque Brasil intentó no caer más abajo con alguna arremetida de Paulinho y Ramires que ingresaron en el complemento, no bastó. André Schuerrle, que había ingresado por Klose (70’), puso el 6-0 y acto seguido él mismo marcó el 7-0 (78’) cerrando la emotiva noche.
Brasil era una lágrima y el gol de Oscar (90’) ni siquiera salvó el honor de este gigante sin talento brasileño. No quedó dudas, Alemania con el 7-1 se metió a la final del Mundial de Brasil, en un día que el mundo del fútbol no olvidará porque ‘la tierra se detuvo’ ante tanto asombro
Máquina aceitada que juega y que lastima
Cátedra de fútbol en el Mineirao. Alemania tiene bien aceitada una máquina que anda, que juega y sobre todo que lastima. Ante Brasil, ayer en el Mineirao, demostró que los equipos están por encima de las individualidades. El meta Manuel Neuer es el mejor en su puesto y tiene como pilares a Mats Hummels en la zaga, a Bastian Schweinsteiger en el medio y a Toni Kroos y Thomas Muller con permanente presencia en ofensiva.
Jugó con línea de cuatro, en el que Philipp Lahm y Benedikt Hoewedes se mantuvieron firmes por los laterales, en principio más ocupados en contener las arremetidas de Hulk y Bernard. Hummels y Boateng mandan, van bien por arriba pero sobre todo tiene una salida limpia. En el medio está la fortaleza con Schweinsteiger cerca de los centrales y con Khedira y Kroos que están más para apoyar en ataque que para ayudar en la marca.
Esa máquina tiene su motor ahí, porque ambos volantes tuvieron ayer esa capacidad de desmarque, de dinámica para copar los espacios. Özil y Müller por las bandas y Klose como referencia de área, provocan una avalancha en el área rival. La clara muestra fue el segundo y el tercer gol donde la presión comienza desde el mismo instante en que su rival tiene la pelota.
La clara definición la hizo César Luiz Menotti, columnista de EL DEBER consultado por la agencia DPA. “Alemania no tiene grandes figuras, y por eso el mérito es del equipo, y el gran trabajo que hace el entrenador (Joachim) Löw”. Pero además agregó otro hecho: “El equipo alemán es de una categoría impresionante, no está basado en una estrella, sino en un conjunto, y el resultado es un equipo brillante.
Esta Alemania es un equipo como pocas veces vi”. Él mismo también se refirió días antes a Brasil como el peor de su historia y ayer lo ratificó. “Jamás jugó al fútbol en este Mundial; su entrenador Scolari apostó siempre por el resultado y lo terminó pagando caro”. Contundente// El Deber (BO)
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