Desde la década de los 80, aproximadamente nueve oficios laborales han desaparecido en los ámbitos de la comunicación, la minería y la artesanía debido al desarrollo de la tecnología. A la par, este factor posibilita que surjan nuevas formas de trabajo.
Celulares de último modelo, computadoras y máquinas de producción a escala son algunos de los sistemas que poco a poco están reemplazando la mano del hombre no solo en el área urbana, sino también en las zonas rurales.
“Ofrecía llamadas en las calles del centro, era divertido y me iba bien, pero hoy todos tienen un celular; así que dejé mi trabajo porque ya no ganaba nada. Ahora tengo un café internet y me va mucho mejor”, cuenta Carlos Conde, quien hace diez años era “chalequero” (vendedor de llamadas de celular) de una telefónica.
Al igual que este oficio existen otros que quedaron en el pasado a causa del desarrollo tecnológico, según el consultor en temas laborales Rodolfo Eróstegui. “Antes, en la minería habían perforistas o dinamiteros, pero hoy se sustituyen por inmensas retroexcavadoras, y en Uncía (centro minero de Potosí) existía una persona conocida como ‘espantaovejas’, que ahuyentaba a estos animales cuando un avión aterrizaba”, relata.
En el área rural también existían los “venteadores de quinua”, que lanzaban este grano al aire para sacar la tierra y otros residuos, y tardaban 20 días en limpiarla, pero ahora basta mediodía para realizar este proceso a través de máquinas para la tarea.
Otro campo que ha sido afectado es la producción artesanal porque ya no es común ver heladeros girando sus máquinas, soldadores de ollas transitando casa por casa y fotógrafos de plaza tomando instantáneas en blanco y negro. “Ya no tomo fotografías con mi cámara de caja; tengo una digital, pero conservo la otra porque atrae a la gente y no pienso cambiar de rubro porque esto es lo que me gusta”, dice Gregorio Alcón, fotógrafo de antaño de la plaza Alonso de Mendoza. Pero el mayor número de empleos que desapareció hasta hoy se encuentra en el ámbito de la comunicación.
El telegrafista tuvo su auge en los 80 y 90, comunicaba la partida de los trenes y era un control para evitar accidentes ferroviarios, además de los mensajes a larga distancia, pero con el ingreso de nuevos sistemas de transporte y comunicación, éstos se esfumaron. También los operadores de Telex (sistema de transmisión telegráfica de datos) del siglo XX y los “chalequeros” existieron poco tiempo debido a la popularización del teléfono celular.
Y un grupo laboral que actualmente está siendo amenazado por la internet es el de los correos. “Hoy nadie escribe una carta, basta con un mail electrónico. Si el correo perdura es solo porque permite enviar paquetes y esto derivará en una reducción de su personal”, señala Eróstegui.
Para el experto, el impacto de la tecnología está en todos los campos, sobre todo en el trabajo. “Esto es parte del desarrollo de la humanidad. No podemos decir si es negativo o positivo, pero sí es más eficiente tenerla al alcance”.
Nacen nuevas labores con la modernización
Para el historiador Fernando Cajías, el crecimiento de la tecnología posibilitó la apertura de nuevos rubros y la creación de más fuentes de trabajo. Además, la moda es otro factor que está transformando el mercado laboral en la actualidad.
“El desarrollo tecnológico es el factor principal de transformación, porque a medida que aparecen inventos surgen nuevos oficios, como los mecánicos de automóviles, aviadores, reparadores de celulares, de computadoras, etc., que antes no existían porque no se los necesitaba”, explica.
La moda también es otro aspecto que influye en los oficios, ya que su ritmo cambiante determina la modificación del trabajo. “En el siglo XIX, por ejemplo, la gente vestía sombreros tradicionales de torero y se los fabricaba en la plaza Alonso de Mendoza, pero cuando el sombrero de chola se popularizó, los fabricantes se dedicaron exclusivamente a la producción de éstos, y esto sucede también hoy con los costureros, zapateros, sastres, carpinteros, entre otros”.
La tecnología permite que las personas se adapten a ella para un mejor desempeño laboral, opina el historiador. “A medida que ella crece, uno tiene que acomodarse a sus exigencias; es el caso de las secretarias, que ahora tienen que trabajar con programas cada vez más complejos; hoy en día se debe tener una especialidad para ejercer los nuevos oficios”.
Además, añade que hay personas que aún no quieren cambiar de oficio a pesar de que se vive una dinámica era tecnológica. “Hay una resistencia al cambio por parte de algunos, que prefieren mantener su trabajo de manera tradicional por miedo al manejo de las nuevas tecnologías, ya que éstas requieren un proceso largo de capacitación”, describe el historiador.// La Razón (COM)
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