“Decir que conversábamos seria muy pretencioso de mi parte, mejor diré que yo planteaba el tema y luego escuchaba lo que ‘él me decía”. Así describe Marcel Ramírez, escritor y gerente de la editorial Gente Común, la amistad que tuvo con el escritor boliviano Jesús Urzagasti, fallecido el pasado 27 de abril en La Paz a los 71 años
Cuatro poetas y escritores rinden homenaje póstumo al autor de “Tirinea”, quienes no solamente conocen y valoran la obra de Urzagasti, sino que tuvieron una larga relación de amistad con el escritor chaqueño: Antonio Terán Cabero, Ramón Rocha Monroy, Marcel Ramírez y Fernando Rosso, este ultimo prefirió escribirle un poema a cambio de opinar sobre su obra (ver recuadro).
Para Terán, Urzagasti es una figura excepcional de la literatura boliviana, “entre las visibles corrientes creativas es, con seguridad, el único que ha plasmado con calidad insuperable en la prosa y con honda visión imaginativa las fuentes vivenciales del paisaje, los mitos y la nostalgia de la provincia chaqueña”.
Para el poeta, los modelos literarios de Urzagasti son y serán siempre surtidores de sabiduría poética, puro goce de la lectura, diálogo profundo con los muertos y celebración del vino y la alegría con los vivos, “con los que tiene Jesús una estrecha afinidad espiritual. Su ironía sutil está destinada a los inquisidores y a los dueños del poder económico y político”.
A tiempo de lamentar la muerte de Urzagasti, el escritor Ramón Rocha Monroy dijo que “lo que no vamos a poder compensar es esa conjunción de percepción, expresión y educación en un escritor engendrado en el Chaco y fervoroso exponente de esa cultura, de esa cosmovisión, de esa magnitud cósmica de tierra y cielo, que se extiende por tres países. Repetir esa constelación será muy difícil porque Urzagasti fue un gran renovador de la narrativa y la poesía nacionales, y no fue casualidad que la primera publicación de Tirinea la hiciera Editorial Sudamericana, de Buenos Aires”.
En tanto que para Ramírez, Urzagasti fue un vanguardista en la literatura que logró plasmar en su escritura lo que es Bolivia. “Trajo el tono y las voces del chaco, se afinca en La Paz y logra consolidar una literatura total del ser boliviano, logra captar todas esas voces y plasmarlas en su escritura”.
El responsable de la editorial Gente Común dijo que fue un privilegio haber podido trabajar y compartir con el, fue un hombre de una lucidez e intensidad rara vez vista. Una vida dedicada a la literatura y a la escritura, un gran poeta además.
Urzagasti Aguilera nació en Campo Pajoso el 15 de octubre de 1941 en la provincia del Gran Chaco y falleció el 27 de abril de 2013. Hijo de Alberto Urzagasti y de María Aguilera, fue el mayor de ocho hermanos. Sus obras están consideradas entre las mejores de Bolivia. Tirinea fue elegida entre las 15 mejores novelas de la literatura boliviana.
Para Terán, es difícil que otros narradores lo hayan superado en la creación de un estilo y un manejo inconfundibles. “Ni que hayan buceado tan honda y originalmente en las estructuras narrativas. Sus exploraciones literarias equivalen a descubrimientos valiosos para nuestra literatura. Pienso en novelas como Tirinea, De la ventana al parque y El último domingo de un caminante, que equivalen a un banquete de Platón en versión chaqueña”.
Jesús Urzagasti es autor de las novelas Tirinea, En el país del silencio, De la ventana al parque, Los Tejedores de la noche, Un verano con Marina Sangabriel, El ultimo domingo de un caminante, Un hazmerreir en aprietos. De los poemarios Yerubia, La colina que da al mar azul, El árbol de la tribu. También escribió una prosa para niños Cuaderno de Lilino.
Rocha Monroy recordó que la noticia de la muerte de Jesús Urzagasti coincidió con un esfuerzo suyo y de la Editorial Kipus para reunir la Obra Poética de Antonio Terán Cabero en un solo libro. “En la presentación dije que quizá hay cuatro poetas de edad mayor pero que gozan de perfecta salud y son la máxima expresión actual de la poesía boliviana: Eduardo Mitre, Jesús Urzagasti, Pedro Shimose y mi buen amigo soldado Terán, Premio Nacional de Poesía. Llegó la noticia y sólo quedan tres de los cuatro poetas”.
Amigo personal de Urzagasti, Terán recordó que el desaparecido escritor como persona era tan excepcional como lo era como escritor. “A ratos tenía sus reacciones abruptas y montaba en cólera ante las estupideces con las que uno se encuentra permanentemente. Por lo demás, tenía un humanismo extraordinario”, resumió el poeta.
Ramírez recuerda que “Iba cada cierto tiempo llevándole un singanito. No precisamente conversaba con él porque sería mucha pretensión o atrevimiento, lo que hacia era ir a escucharlo. Le daba un tema de conversación y él lo desarrollaba, realmente era un placer escucharlo”.
Menciona también la gran calidad humana de Urzagasti, su gran lucidez sobre todos los temas. Cuando hablaba de literatura iba mezclando con anécdotas personales, viajes y homenajes que él hacia a otros escritores.
Sobre la obra literaria de Urzagasti, Terán dice que es difícil decidir cuál de sus novelas es la más perfecta. “Todas son una experimentación lingüística, una experimentación de estilo. Como prosa profunda, como homenaje poético yo me decantaría por De la ventana al parque”.
En tanto que Rocha Monroy sugiere hacer un estudio minucioso sobre la personalidad de narrador, de poeta y de periodista, “tres campos en los cuales no tuvo rival, y pedirle a su esposa y sus hijos que publiquen los escritos inéditos que seguramente dejó, porque era un hombre laborioso y austero que prefería vivir en soledad quizá porque quería rememorar mejor el silencio poblado de gritos y susurros de animales que sintió de niño en el Chaco”.
En la madrugada del 27 de abril de 2013, Urzagasti falleció a causa de un paro cardíaco a los 73 años. El día de su deceso, numerosas autoridades públicas e intelectuales manifestaron su pesar por la pérdida de una de las figuras más relevantes en las letras bolivianas, y ratificaron a Tirinea como una de las novelas más significativas de la literatura nacional.
“A ratos tenía sus reacciones abruptas y montaba en colera ante las esttupideces con las que se encontraba ”
Para Jesús
Fernando Rosso
Hablar charlar comentar reír oír
beber de espacio y sin tiempo
saber del camino
verlo hablar en serio y muchas veces de “El Maligno” etc.
acordarse de algún libro y hallarlo
antojarse de una música y disfrutarla amenizada por nosotros
sentir la armonía poderosa de su presencia gentil y rotunda siempre
más su inteligencia y atención vivas
eso fueron para mí las noches o días junto al amigo enorme Jesús Urzagasti.
DE LA VENTANA AL PARQUE
“Los muertos que no se conocieron en vida, traban una amistad en el más allá, pero sus aventuras nos están vedadas… Sin embargo, los muertos que no están destinados a conocerse en vida, delegan el papel de intermediarios a un montón de personas. Una del montón soy yo”.
Jesús Urzagasti asume en esta narración las revelaciones y los riesgos del ejercicio de la memoria. A través de su voz, De la ventana al parque se tienden y se entretejen los hilos del recuerdo y la presencia. Vidas y muertes, seres y nombre, voces y ecos: redes tendidas a los soles y a las lluvias del mundo.
Hay un gesto inconfundible en la obra de Urzagasti: habitar el mundo es comunicar y comunicarse. En la escritura de este libro, evocar y convocar el dialogo de los muertos es traducir-y traducirse-las certezas y los misterios de esa intensa aventura. (Rubén Vargas, contratapa de De la Ventana al parque, Ed. Ofavim 1992).
UN HAZMERREIR EN APRIETOS
¿Payaso o trapecista? Tal el dilema existencial que debe superar cualquier aspirante a La colmena sonámbula, un circo que recorre los confines de este país. El hazmerreir, personaje sin nombre de la novela, un hombre sin idiomas del aburguesado escritor Guy Bomotzo, es uno de los candidatos de Maluba, la hija del dueño del circo.
Pareciera que este polemista tomará todo a la chacota, seguramente porque viene el presente con fervor sagrado.
Salido de un “rimero de papeles en desuso”, no le queda otra que buscar, así sea en calidad de firulete, su lugar en el mundo. Inquieto y ligero, despojado de los fantasmas propios de los que tienen un nombre, parte tras el circo y llega al país de la mano de un camionero. Al ritmo secreto de una gestación vital, este viaje iniciático se desarrolla en el “jolgorio de la irrealidad” para culminar en el umbral donde el mundo se ilumina. El hazmerreir, consciente de que ya domina la indormía de vivir, da un paso atrás al sentir el hámago de nacer conociendo su destino. Dicen que “quien quiera navegar en la imaginación primero deberá cruzar a pie la cruda realidad. La escritura de Jesús Urzagasti navega magistralmente en la imaginación de este país, para fortuna de todos nosotros. (Juan Pablo Pineiro, contratapa de Un hazmerreir en aprietos).// Los Tiempos
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