Con la llegada del otoño, la reserva de la biosfera que une el Estado de México con el de Michoacán (centro del país) acoge a millones de mariposas monarcas procedentes de Canadá y EEUU en busca de mejores climas, una milagrosa peregrinación convertida ahora en atractivo turístico.
La migración comienza en septiembre en los Grandes Lagos, al noreste de EEUU, y concluye en México entre finales de octubre y principios de noviembre, cuando llega a sus áreas de hibernación.
Pese a su fragilidad, la mariposa monarca recorre entre 2.000 y 4.500 kilómetros hasta asentarse en los bosques de pino y oyamel de Michoacán, santuarios en los que procreará a la siguiente generación.
Uno de estos santuarios es la sierra de Chincua, en la localidad michoacana de Angangueo, "un lugar fresco y húmedo, que es lo que ella busca aquí", dijo a EFE uno de sus cuidadores, Francisco Ambrosio Martínez. Este vecino de la zona tiene 63 años y aseguró que desde que abrió los ojos, la mariposa ya estaba allí.
La denominación de santuario no es casual, y hace referencia, tanto a la creencia milenaria de que cada mariposa representa el alma de sus seres difuntos que acuden a visitarlos por el Día de Muertos, como a la preservación.
El espectáculo de su hibernación convierte los árboles en un ingente conglomerado de mariposas que dobla las ramas y hace de los caminos alfombras por las que cabe extremar la precaución para no pisar ningún ejemplar.// La Razón.com
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