En El Alto, sólo 21 locales de prostitución funcionan de manera legal, amparados en la ordenanza 132/2007. De ellos, 18 lenocinios están en la zona 12 de Octubre, dos en Villa Dolores y otro que aparece como motel en Villa Bolívar, según datos de la Alcaldía.
Sin embargo, existe una cantidad indeterminada de prostíbulos que funcionan, por ejemplo, en alojamientos, y que carecen de un permiso municipal. Éstos se ubican en la Ceja, la zona 12 de Octubre, Río Seco, 16 de Julio, Senkata, Villa Dolores y Villa Bolívar “A” y “D”, según información de la Intendencia.
“Cada día van aumentando este tipo de actividades de forma clandestina. No se los puede contabilizar, pero en estos lugares se han encontrado menores de edad y mujeres que trabajan como damas de compañía ”, señaló el intendente Richard Oblitas.
En octubre del 2007, una turba integrada por padres de familia prendió fuego a 21 locales de la zona 12 de Octubre, entre lenocinios y bares, con el argumento de que estaban cansados por la inseguridad ciudadana que provoca la presencia de esos locales.
Cuatro meses después, en febrero del 2008, nuevamente los vecinos de esa zona incendiaron tres locales que volvieron a ofrecer servicios sexuales, aunque de manera clandestina.
Pero la resistencia vecinal y municipal se resintió con el tiempo, de modo que los 18 locales de la avenida 12 de Octubre volvieron a funcionar en sus habituales locales. Tampoco la Intendencia Municipal los cierra, porque esos locales exhiben sus licencias de funcionamiento expedidas antes de la quema de la Alcaldía en el año 2007 y que tienen carácter indefinido, según la Dirección de Seguridad Ciudadana. El resto de los lenocinios que proliferaron en otras zonas se abrieron después y carecen de permiso municipal, porque la ordenanza 132/2007 estableció que a partir de ese año quedaba prohibida la entrega de permisos.
Los establecimientos nocturnos legales, sin embargo, incumplen la ordenanza 132/2007, porque están a menos de 500 metros de establecimientos educativos, y esto lo prohíbe la norma.
Pero la Intendencia no los clausura pese a estar cerca de colegios con el argumento, expresado por Oblitas, de que los lenocinios llegaron a ese sitio antes que los establecimientos educativos.
“El Alto ha crecido y en ese crecimiento se ha dado la disyuntiva de que se han creado nuevos colegios y centros de salud que están cerca. Lo que reclaman los dueños de estos negocios (prostíbulos) es que ellos llegaron primero”, resaltó Oblitas.
La ordenanza 132, en la categoría D, incluye a los establecimientos de comercio sexual que clasifica en: clubes privados, cabarets, lenocinios y moteles.
La legalidad de este tipo de negocios provoca malestar en los vecinos de la 12 de Octubre, que piden la reubicación de éstos porque generan inseguridad en la zona.
El problema que destacan son las borracheras y las riñas y peleas que provocan sus clientes.
“Me ha pasado que unos amigos han pensado que trabajo en eso (meretriz) y se hacían la burla, en otras ocasiones cuando regresaba de la universidad a las 21.00 tres tipos me han propuesto pagarme si me iba con ellos, me asusté y corrí”, dijo Natalia F., una vecina de la 12 de Octubre.
El dinero que fluye en la noche
Según las meretrices, cada lenocinio llega a percibir por lo menos 48.000 bolivianos al mes. La mitad de ese ingreso se distribuye entre el personal: las trabajadoras sexuales, los garzones o los que las protegen. El otro 50 por ciento se embolsa el propietario del lenocinio. Por lo menos, cada uno de esos locales de la 12 de Octubre funciona con 20 meretrices. Ellas cobran como mínimo 20 bolivianos por “hacer pieza” (tener relaciones). Cada noche mantienen entre 4 a 5 relaciones.
La Razón
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